viernes, 31 de octubre de 2025

Mi jardín

Tengo un precioso jardín para cuidar

Un espacio personal donde debo trabajar.

Mi corazón es un suelo muy especial

Donde pueden ser sembrados el bien o el mal.

 

El jardín florece cuando el bien es sembrado

El amor y la esperanza brotan por todos lados.

La bondad se esparce por todas las direcciones

Hay excelentes frutos en los árboles de las emociones.

 

Miro el jardín y veo su sublime perfección

Siento paz de espíritu y alegría en el corazón.

Un torrente de bendiciones está siendo derramada

La lluvia venida de Dios hace la tierra ser renovada.

 

Sin embargo, unos intrusos pueden aparecer

En las tinieblas y sombras tratan de esconderse.

Son los enemigos del jardín de mi vida

Anhelan que la felicidad sea destruida.

 

Pisan y cortan la hierba, y esparcen la maldad

Intentan exhaustivamente matar la felicidad.

Desean que toda la bondad sea arrancada

Desean ver la tierra seca, sin vida, sin nada.


Muchos de esos enemigos llegaron disfrazados

Dijeron que auxiliarían en mi trabajo.

Prometieron que siempre estarían conmigo

Prometieron que serían mis mejores amigos.

 

Han sido enviados por el maligno, el destructor

Aquel que es el gran enemigo del Señor.

Él no puede ver el bien en ningún lugar

Que pronto envía a sus siervos para perturbar.

 

Mayor que el enemigo del jardín es su Creador

Mayor que la maldad es la bondad del Señor.

Aunque el enemigo envíe todo su ejército

Delante de Dios, ellos no son más que insectos.

 

El Señor expulsará todo el mal de mi jardín

Ninguna plaga tendrá fuerzas contra mí.

Dios cuidará de mi corazón todos los días

Mostrando su infinita bondad sobre mi vida.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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miércoles, 29 de octubre de 2025

El Árbol en el Patio

Dichoso el que halla sabiduría, el que adquiere inteligencia … Es más valiosa que las piedras preciosas: ¡ni lo más deseable se le puede comparar! … Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen! Proverbios 3:13, 15, 18

Cuando el anciano Isaque falleció, dejó a sus dos nietos, Miguel y Gabriel, una herencia peculiar. A Miguel, el mayor, un pragmático corredor de bolsa, le dejó su cartera de acciones, un sólido patrimonio acumulado a lo largo de décadas. A Gabriel, un profesor de historia con más libros que dinero, le dejó la vieja casa familiar y una nota.

La nota decía: “Hijo mío, a ti te dejo el mayor tesoro. En el patio, encontrarás el árbol de la vida. Cuídalo, y él cuidará de ti”.

Miguel se rio al enterarse de la repartición.

“El abuelo siempre fue poético”, dijo, mientras su aplicación ya calculaba los dividendos de las acciones. “Tú te quedaste con un terreno viejo y una metáfora. Yo me quedé con el futuro”.

Gabriel, sin embargo, conocía a su abuelo. Sabía que sus palabras nunca estaban vacías. Se mudó a la casa antigua, un lugar sencillo, pero lleno de recuerdos. En el patio trasero, había un magnífico y antiguo roble. Sus raíces hinchaban la tierra y su copa parecía tocar el cielo. Gabriel entendió. Aquel era el “árbol de la vida”.

Mientras Miguel se sumergía en el frenesí del mercado financiero, Gabriel se sumergía en los libros y diarios que encontró en la biblioteca de su abuelo. Eran volúmenes de historia, filosofía, teología y, sobre todo, las anotaciones personales de Isaque en sus Biblias. Cada libro leído, cada reflexión del abuelo descifrada, era como regar las raíces de aquel árbol. No estaba buscando riqueza; estaba buscando sabiduría.

Los años pasaron. Miguel multiplicó su patrimonio. Se volvió inmensamente rico, un nombre respetado en las columnas sociales. Pero su vida era un vendaval. Matrimonios rotos, amistades interesadas, un vacío que ni el apartamento más caro lograba llenar. La búsqueda incesante de más plata y rubíes lo había dejado ansioso y solitario. Sus caminos eran los de un hombre rico, pero no los de un hombre en paz.

Gabriel, por su parte, floreció bajo la sombra del roble. La sabiduría que adquirió no lo hizo rico, sino próspero. Aprendió de su abuelo el arte de escuchar, la importancia del perdón, el valor de la comunidad. Se convirtió en el consejero no oficial del vecindario. Sus alumnos lo adoraban, no solo por sus clases de historia, sino por sus lecciones de vida. Se casó, tuvo hijos, y su casa, aunque sencilla, siempre estaba llena de risas y amigos. Sus caminos eran agradables y estaban llenos de paz.

La crisis financiera de 2029 golpeó el mercado como un huracán. Miguel, que había apostado todo a inversiones de alto riesgo, lo perdió casi todo. El castillo de naipes se derrumbó. Solo y en la ruina, condujo hasta la única propiedad que la familia aún tenía: la vieja casa de su abuelo.

Encontró a Gabriel sentado bajo el roble, leyéndoles a sus hijos. El lugar irradiaba una paz que Miguel no sentía desde hacía décadas.

“Tenías razón, Biel”, dijo Miguel, con la voz entrecortada por la derrota. “El abuelo te dio el verdadero tesoro. Yo perseguí el viento y me quedé sin nada”.

Gabriel cerró el libro y miró a su hermano con compasión.

“No te has quedado sin nada, Miguel. Aún nos tienes a nosotros”. Señaló la casa. “Hay una habitación de invitados esperándote. Lo que yo tengo, lo comparto contigo”.

Esa tarde, mientras observaba a sus sobrinos jugar, Miguel finalmente entendió la nota de su abuelo. El “árbol de la vida” no era el roble. Era la sabiduría que el abuelo había plantado y que Gabriel había cultivado. Una sabiduría que producía frutos que el dinero no podía comprar: contentamiento, relaciones sólidas, paz mental y, sobre todo, un puerto seguro para un hermano náufrago.

Había perdido sus rubíes, pero su hermano le ofrecía algo infinitamente más precioso. Estaba siendo invitado a descansar bajo la sombra del verdadero árbol de la vida.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

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lunes, 27 de octubre de 2025

Sin excusas

“¡No puedo! ¡No consigo!

¡Todas las cosas están contra mí!

Toda la gente me odia.

Nadie quiere ayudarme.”


Estas palabras muestran infantilidad

Y están llenas de auto piedad.

La persona decidió cómo las cosas son

Y cree en su imaginación.


Estos pensamientos limitan sus acciones

Estas creencias afectan sus decisiones.

La persona no ve ninguna salida

Ella aceptó que su vida es sufrida.


Esta infeliz situación debe cambiar inmediatamente

La persona debe alterar el repertorio en su mente.

El crecimiento y el éxito, ella debe buscar

Por todos sus sueños, ella debe luchar.


Es la hora de asumir responsabilidades

Esta es la única manera de cambiar la realidad.

No hay provecho en quedarse parado y lamentando

No hay éxito cuando alguien se está rebajando.


La persona debe parar con cualquier excusa

Debe levantarse e ir bravamente a la lucha.

Esta es la única manera de evolucionar

La única manera para que algo se pueda lograr.


Durante la lucha, la ayuda será necesaria

La persona necesitará a alguien para acompañarla.

Hay solo uno con fuerza para ayudar

Hay solamente uno que le hará avanzar.


Solo el Señor Dios podrá auxiliarla

Solo el Señor podrá fortificarla.

Con la ayuda de Dios todo será superado

Un carácter victorioso será forjado.


Nunca más serán dichas palabras depresivas

Aquello estará muerto, parecerá otra vida.

Habrá confianza y protección del Señor

Aunque haya luchas, habrá su favor.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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viernes, 24 de octubre de 2025

Los pecados de Israel

Por mucho tiempo la nación de Israel pecó,

Anduvieron en pecado, olvidándose del Señor.

Contra Dios, hicieron lo que era errado,

Haciendo nuevos altares en todos los lados.


El pueblo construyó toda clase de estatua,

Quemaban incienso en toda mata.

Hacían todo lo que Dios había prohibido,

Siguiendo a toda clase de dios e ídolo.


Todo aquel pueblo, el Señor advirtió,

Pero el consejo de los profetas, nadie oyó.

Ellos siguieron haciendo como otras naciones,

Viviendo todo el tiempo practicando abominaciones.


El pueblo hizo muchas imágenes de fundición,

Quemó a sus hijos practicando abominación.

Creían en presagios y adivinación.

Poniendo grandes pecados en el corazón.


Hasta mismo la tribu de Judá también pecó,

El Señor mucho se enojó y de todos se alejó,

Todo el pueblo de Israel fue llevado al cautiverio,

Pagando sus grandes pecados que cometieron.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.

Vea el libro:

https://books2read.com/u/mYzAYM

miércoles, 22 de octubre de 2025

El Desvío Necesario

Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido. Proverbios 3:11-12

André tenía un plan. Un plan perfecto, meticulosamente diseñado en su mente y en sus hojas de cálculo. Se graduaría con honores en arquitectura, conseguiría un puesto en el renombrado despacho “Souza & Pires”, se casaría con su novia, Júlia, y a los treinta años, tendría su propio despacho y una vida cómoda. Era un buen plan. Y, como cristiano devoto, se lo presentaba a Dios en sus oraciones, no como una petición, sino casi como un comunicado.

La primera “corrección” llegó en forma de un correo electrónico. El puesto en Souza & Pires, el puesto de sus sueños, para el cual él era el candidato más cualificado, se lo dieron a otro. André se quedó en shock, luego furioso.

“¡Señor, esto no tiene sentido!”, oró, la frustración desbordándose. “¡Hice todo bien!”. Rechazó la puerta cerrada, viéndola no como una redirección, sino como un error divino.

Molesto, aceptó un puesto en un despacho pequeño y sin prestigio, que trabajaba principalmente en proyectos de reforma para comunidades de bajos ingresos. Se sentía como un fracasado, un talento desperdiciado en proyectos “menores”.

La segunda “reprensión” fue aún más dolorosa. Después del compromiso, Júlia comenzó a distanciarse. Las conversaciones sobre el futuro se volvieron tensas. Lo amaba, decía, pero no compartía su fe.

“André, no puedo ser la mujer que liderará un grupo de parejas en tu iglesia”, confesó finalmente. “No me veo en tu futuro”. La ruptura lo dejó devastado. Se sintió abandonado, por ella y por Dios.

Su plan estaba en ruinas. La vida que había diseñado con tanto cuidado había sido demolida. Se llenó de amargura, sintiéndose como un hijo tratado injustamente por un Padre que no lo escuchaba.

Fue su propio padre, un hombre de pocas palabras y mucha sabiduría, quien le dio una nueva perspectiva.

“Hijo”, le dijo un domingo por la tarde, “a veces le pedimos a Dios que nos guíe, pero solo aceptamos la guía si nos lleva al destino que ya hemos elegido. El amor de un padre no es darle al hijo todo lo que quiere. A veces, el mayor acto de amor es decir ‘no’ para protegerlo de un camino que él no puede ver que es peligroso”.

Las palabras echaron raíces en el corazón herido de André. Comenzó a ver sus frustraciones ya no como rechazos, sino quizás como… disciplina.

En su trabajo “menor”, descubrió una pasión que no conocía. Diseñar espacios funcionales y dignos para personas que nunca podrían pagarle a un arquitecto le trajo un sentido de propósito que ningún rascacielos de cristal jamás le daría. Aprendió a escuchar a las personas, a entender sus necesidades reales. Se estaba convirtiendo en un mejor arquitecto y en un mejor hombre.

Meses después, en su iglesia, conoció a Patrícia. Ella era voluntaria en el mismo proyecto comunitario en el que él estaba trabajando. La conexión fue instantánea, construida sobre una base de fe compartida y un amor genuino por servir. Con Patrícia, no necesitaba explicar su fe; la vivía junto a ella.

Una noche, años más tarde, André estaba en su casa, ayudando a su hijo a armar un rompecabezas. Era dueño de un despacho de arquitectura con conciencia social, estaba casado con Patrícia y era más feliz de lo que jamás había imaginado posible.

Ese día, se enteró de que Souza & Pires se había declarado en quiebra, envuelta en un gran escándalo de corrupción. También supo que Júlia se había casado, pero que su matrimonio atravesaba serias dificultades.

Miró su vida. No era el plan perfecto que había diseñado. Era algo infinitamente mejor. Cada puerta cerrada, cada “no” doloroso, cada desvío inesperado había sido, en realidad, la mano de un Padre amoroso corrigiéndolo, reprendiéndolo, protegiéndolo.

Finalmente entendió. La disciplina del Señor no era un castigo, era un rescate. Y él, como un hijo a quien Dios amaba, fue lo suficientemente amado como para que su camino fuera radicalmente alterado, para ser guiado no hacia la vida que quería, sino hacia la vida que necesitaba.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

https://books2read.com/u/bpPxxE

lunes, 20 de octubre de 2025

Abominación en Israel

Unos reyes de Israel hicieron la nación pecar,

Sus ídolos abominables, ellos fueron a adorar.

No recordaban de Dios de Israel,

No recordaban al verdadero Dios de los Cielos.

 

Toda la gente sacrificaba y quemaba incienso,

La idolatría en aquella tierra era un consenso.

Ella empezaba desde la casa real,

El rey era el primero en practicar el mal.

 

Aquel era un tiempo de gran tribulación,

Todos los pueblos alrededor invadían la nación.

Muchos tesoros antiguos fueron robados,

Los sitios que eran santos fueron profanados.

 

Todo ese mal era permitido por el Señor,

Contra aquel pueblo, Dios mucho se enojó.

Cada uno andaba por su propio camino,

Cada uno buscaba adorar a su ídolo.

 

Los enviados por Dios eran desacreditados,

Siempre que surgía un profeta, trataban de matarlo.

Prácticamente, nadie quería volver al Señor,

Todos prefirieron aquellos dioses sin amor.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.

Vea el libro:

https://books2read.com/u/mYzAYM

viernes, 17 de octubre de 2025

Oportunidad de perdón

El Señor siempre da oportunidad para la salvación,

Cuando pecan, su enviado llamará su atención.

Los enviados de Dios avisan sobre la transgresión,

Dios quiere arrepentimiento y cambio en el corazón.


El Señor quiere perdonar a los arrepentidos con sinceridad,

Dios quiere recibir a los que buscan el camino de la verdad.

El Señor desea que muchos sean participantes de la salvación,

Dios está listo para olvidar los pecados de cualquier nación.


Pues para Dios no hay favoritismo de persona,

Él perdona tanto a la que fue mala, como a la que fue buena.

Delante de Dios, hasta el más perfecto es pura maldad,

Nadie conseguiría el perdón de Dios por su propia bondad.


Dios es misericordiosísimo para perdonar a los hijos amados,

Aunque no sean merecedores, el Señor olvida los pecados.

Él trae vida nueva donde reinaba la muerte y la perdición,

Dios concede a sus hijos la grandísima gracia del perdón.


Después de perdonar, el Señor quiere que sus hijos no pequen más,

Él les dio a todos una vida nueva para no volver atrás.

El Señor espera tener con sus hijos una gran amistad,

Siendo mejores amigos para que juntos moren en la eternidad.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VI.

miércoles, 15 de octubre de 2025

Los Graneros del Corazón

Honra al Señor con tus riquezas y con los primeros frutos de tus cosechas. Así tus graneros se llenarán a reventar y tus bodegas rebosarán de vino nuevo. Proverbios 3:9-10

Sérgio miraba la aplicación del banco y sentía el nudo familiar en el estómago. El sueldo acababa de llegar, pero la sensación no era de alivio, sino de ansiedad. Su mente ya estaba en modo de defensa, calculando cada céntimo, temiendo cada gasto inesperado. Para él, el dinero era sinónimo de seguridad, y la seguridad era algo que nunca tenía suficiente.

Él y su esposa, Beatriz, eran cristianos, pero sus visiones sobre las finanzas eran de planetas diferentes. Beatriz creía firmemente en el diezmo y en la ofrenda, en dar la “primera parte” con un corazón alegre. Para Sérgio, eso era matemáticamente ilógico.

“Bia, ¡no podemos!”, argumentó esa mañana, mostrando la pantalla del móvil. “Mira el alquiler, la cuota del coche, la escuela de los niños. Después de pagar todo, apenas sobra. Dar el diez por ciento de entrada es una irresponsabilidad. Es quitárselo a nuestra familia”.

“Pero la promesa, Sérgio…”, respondió ella con voz mansa. “Se trata de honrar a Dios primero. Es un acto de confianza, no de contabilidad”.

“La confianza no paga las facturas”, replicó él, cerrando la discusión.

Sérgio operaba con la lógica del miedo. Le daba a Dios las sobras, lo que quedaba después de que todas sus ansiedades fueran aplacadas. E, invariablemente, nunca sobraba nada. Su vida financiera era un granero perpetuamente casi vacío. Guardaba cada grano con desesperación y, por eso, nunca había abundancia, solo la constante sensación de escasez.

Ese mismo mes, la pequeña iglesia a la que asistían anunció un proyecto especial: reformar la casa de la señora Íris, una viuda anciana de la comunidad cuyo tejado se había derrumbado tras una fuerte lluvia. Beatriz llegó a casa con los ojos brillantes.

“Sérgio, sentí en el corazón que necesitamos ayudar. Pensé en donar ese dinero que estábamos guardando para cambiar el televisor”.

Sérgio sintió una oleada de pánico.

“¿El televisor? Bia, ¡llevamos seis meses ahorrando! ¡Es nuestro dinero, nuestro confort! Íris tiene hijos, está el ayuntamiento…”.

“No tiene a nadie, Sérgio. Y nosotros somos la iglesia”, dijo ella, la firmeza en su voz cortando el aire. “Honrar a Dios no es solo con el diezmo. Es con lo que tenemos. Con nuestros bienes”.

La discusión fue larga y dolorosa. Al final, agotado, Sérgio cedió, pero con el corazón apesadumbrado, sintiéndose un tonto. Veía el dinero salir de su cuenta no como una ofrenda, sino como una pérdida.

El fin de semana, a regañadientes, fue con Beatriz y otros miembros de la iglesia a ayudar en la obra. Mientras reparaba la fontanería, vio la alegría en el rostro de voluntarios que tenían mucho menos que él. Vio a Íris llorando de gratitud al recibir una cesta de alimentos. Y vio a su esposa, Beatriz, con el rostro sucio de polvo, riendo mientras pintaba una pared, más hermosa de lo que la había visto en años.

Algo dentro de él comenzó a cambiar. Esa alegría, esa comunidad, esa sensación de propósito… aquello era un tipo de riqueza que el extracto de su cuenta bancaria no mostraba.

El lunes, llegó al trabajo y su jefe lo llamó. “Sérgio, sé que las cosas están ajustadas para todos, pero la dirección ha aprobado un bono de rendimiento para tu equipo por el proyecto del último semestre. No es mucho, pero es un reconocimiento”.

El valor del bono era casi exactamente el mismo que él y Beatriz habían donado para la reforma.

Sérgio se quedó paralizado frente a su escritorio. El escéptico dentro de él gritaba “coincidencia”. Pero su corazón, por primera vez, susurraba “providencia”. No era un pago, sino un guiño de Dios. Una afirmación.

Esa noche, llegó a casa, abrió la aplicación del banco e hizo algo que nunca había hecho antes. Antes de pagar ninguna factura, transfirió el diezmo. Dio la primera parte.

No hubo un milagro financiero instantáneo. Pero el nudo en su estómago había desaparecido. Por primera vez, miró el saldo restante y no sintió miedo, sino paz.

En los meses siguientes, Sérgio y Beatriz continuaron practicando la generosidad. Y cosas diferentes comenzaron a suceder. Un ascenso inesperado para él. Un trabajo de medio tiempo que le cayó del cielo a ella. Gastos que parecían disminuir. El dinero, que antes era una fuente de estrés, parecía estirarse de formas que su lógica no podía explicar.

Sus graneros materiales nunca estuvieron abarrotados como los de un millonario. Pero su granero interior, el de su corazón, estaba colmado. Y su hogar, antes tenso por la ansiedad de la escasez, comenzó a rebosar. No de vino, sino de algo mucho más precioso: una alegría y una paz profundas, nacidas de la confianza de quien honra primero al Dueño de todo.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

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lunes, 13 de octubre de 2025

Jesús te llama

Jesús te llama a la vida cristiana,

Un nuevo y grandioso tiempo, tú tendrás.

En la cruz, Jesús concedió la salvación,

Motivo para una gran celebración.


Vamos a las calles para anunciar y proclamar,

Después de dos mil años, el Señor nunca cambiará.

Jesús es el Señor, y su nombre es Salvador,

La eterna verdad, los cristianos proclaman con amor.


La verdad es que Jesús es el único camino a la vida eterna,

Jesús es el esposo, y los cristianos, su esposa.

Una esposa preparada para un tiempo de transformación,

Un tiempo en que Dios hace la innovación.


Dios está preparando un nuevo lugar para morar,

Todas las almas tienen un solo deseo en este lugar,

Todo el tiempo en el paraíso es dedicado a adorar,

El pueblo salvo viviendo en perpetua gloria, sin cesar.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VI.

viernes, 10 de octubre de 2025

Confianza

¿En qué está basada tu confianza?

¿Está basada en un billete de lotería,

O está basada en el saldo de sus economías?

¿Está tu confianza en aquello que puede ver,

O está basada en lo que puede hacer?

 

¿Usted confía más en lo que alguien habló,

O confía en lo que ha sido dicho por el Señor?

¿Confía en las cosas que son materiales,

O confía en los misterios espirituales?

 

¡Pregúntese en qué realmente confía!

Pregúntese, si realmente tiene fe en la biblia.

Pregúntese, si usted confía en el Señor,

Pregúntese, si usted lo aceptó como Salvador.

 

Si usted cree en Dios, debe tener seguridad,

Necesita que tu fe sea como una fortificada ciudad,

Para que nada de malo te pueda derribar,

Y ninguna cosa del mundo te pueda contaminar.

 

Toda la contaminación viene para desanimar,

De nuestra fe en Dios, el mundo nos quiere alejar.

Son creadas muchas cosas para la atención llamar,

Prometiendo que, con dinero, todo lo vamos a lograr.


Los recursos humanos, pocas cosas pueden hacer,

En tu vida, algunas áreas van a crecer,

Pero, por otro lado, tu mente, ellos van a engañar,

Del camino del Señor, te van a desviar.

 

Salga de aquello que te aleja del Señor,

Enfoca tu vida en nuestro Salvador.

Tu alma, Dios quiere salvar,

Para eso, en Él, usted debe confiar.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen III.

miércoles, 8 de octubre de 2025

El Algoritmo del Alma

No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal. Esto infundirá salud a tu cuerpo y fortalecerá tus huesos. Proverbios 3:7-8

Tiago vivía en un mundo de datos, métricas y optimización. A sus veintiséis años, era el CEO de una exitosa startup que creaba aplicaciones de productividad. Su lema, estampado en camisetas y tazas en la oficina, era “Si no se puede medir, no se puede mejorar”. Él era, a sus propios ojos, la personificación de la sabiduría moderna.

Aplicaba esa lógica a todo. Su dieta estaba calculada para el máximo rendimiento. Su rutina de sueño era monitoreada por sensores. Sus relaciones eran evaluadas basándose en “intercambios de valor” y “sinergia de objetivos”. Incluso había creado un algoritmo personal para tomar decisiones, sopesando pros y contras con una precisión matemática. Para él, el mal no era una categoría moral; era simplemente “ineficiencia”. Y el temor a Dios era una variable irracional que había eliminado de su ecuación de vida hacía mucho tiempo.

Su cuerpo, sin embargo, comenzó a enviar señales de que algo estaba fundamentalmente mal. Sufría de migrañas crónicas, una tensión constante en los hombros y un insomnio que ninguna aplicación de meditación lograba curar. Sentía un cansancio profundo, una fatiga que no era física, sino que parecía venir de sus huesos.

Su médico, el Dr. Elias, un hombre mayor y perspicaz, fue directo después de una batería de exámenes.

“Tiago, tus análisis están perfectos. Físicamente, eres una máquina. Pero estás enfermo. Tu enfermedad se llama arrogancia”.

Tiago rio, incómodo.

“Eso no es un diagnóstico médico, doctor”.

“Quizás sea el más preciso que hayas recibido”, respondió el médico. “Tratas tu vida como un código que hay que depurar. Pero la vida no es un código. Y tu cuerpo está pagando el precio por el estrés de intentar controlarlo todo. Te consideras demasiado sabio, y esa soberbia te está consumiendo por dentro”.

Tiago descartó el consejo como un disparate. Pero la semilla de la duda fue plantada.

El punto de quiebre llegó a través de su abuelo, el señor Ramiro, un carpintero jubilado a quien Tiago visitaba por una mezcla de obligación y afecto. Un sábado por la tarde, encontró a su abuelo en el taller del fondo, lijando un trozo de madera con una paciencia infinita. El aire olía a cedro y a paz.

“Estoy agotado, abuelo”, se desahogó Tiago, algo que nunca admitiría ante su equipo. “Siento como si mis huesos estuvieran cansados”.

El señor Ramiro dejó de lijar. Se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano y miró a su nieto.

“El cansancio de huesos es cansancio de alma, hijo mío. Ocurre cuando intentamos cargar el mundo sobre nuestros hombros. El mundo es demasiado pesado”.

“Pero tengo que cargarlo”, insistió Tiago. “Si no lo hago, todo se desmorona”.

“Ahí es donde te equivocas”, dijo el abuelo, con una sonrisa amable. “¿Sabes cuál es la madera más fuerte? No es la más rígida. Es la que sabe doblarse con el viento, la que respeta una fuerza mayor que la suya. Eres inteligente, Tiago. Pero no confundas inteligencia con sabiduría. Ser sabio a tus propios ojos es el árbol más fácil de quebrar”.

Tomó su vieja Biblia del banco de trabajo.

“Tu problema no es la falta de descanso. Es la falta de temor. No el miedo que paraliza, sino el respeto que nos pone en nuestro debido lugar. Cuando temes al Señor, entiendes que no necesitas tener todas las respuestas. Te apartas del mal de querer ser Dios en tu propia vida. ¿Y sabes qué pasa? Tu cuerpo se relaja. Tus huesos encuentran refrigerio”.

Las palabras de su abuelo, tan simples y analógicas, penetraron en la armadura de datos de Tiago de una forma que ningún diagnóstico médico logró. Miró sus propias manos, siempre tecleando, controlando, optimizando. Y miró las manos de su abuelo, curtidas, pero serenas.

Esa semana, Tiago hizo algo radicalmente ineficiente. Se tomó una tarde libre. No para una “recarga estratégica”, sino solo para caminar sin rumbo por un parque. Desactivó las notificaciones de su móvil. Se sentó en un banco y observó los árboles, los niños, las nubes.

Intentó orar. Fue torpe. No pidió nada. Solo reconoció, por primera vez, que no era el centro del universo. Que había una sabiduría mucho mayor que la suya, un Diseñador detrás de todo el sistema. Fue un acto de humildad, un “evitar el mal” de su propia arrogancia.

La migraña no desapareció de la noche a la mañana. Pero, al final de esa tarde, sintió algo que no sentía desde hacía años. Una ligereza en los hombros. Un silencio en su mente. Un refrigerio sutil, pero real, que parecía alcanzar sus huesos. Apenas estaba comenzando a aprender que la verdadera salud no provenía de un algoritmo, sino de una rendición.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

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martes, 7 de octubre de 2025

El Cristiano y la Creación: Cuidar la Naturaleza es un Acto de Adoración

Últimamente, he estado pensando en varios aspectos de la vida cristiana moderna y me he sorprendido con algunas conclusiones. En medio de este mar de pensamientos, estaba navegando por un mar prácticamente inexplorado por la mayoría de nosotros, los cristianos: la importancia de la preservación del medio ambiente.

Reflexioné un poco y busqué en mi memoria alguna predicación o conversación que haya tenido con alguien y, para mi sorpresa, no encontré nada. Le pregunté a mi esposa, que tiene más tiempo como cristiana, y su búsqueda tampoco arrojó nada.

Deténgase un momento y busque en su memoria algo sobre el tema…

Supongo que su conclusión es la misma. En el entorno cristiano, no hablamos sobre la naturaleza, el medio ambiente, el ecosistema, la preservación ambiental u otros asuntos relacionados.

Génesis 2:15

Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.

En realidad, solo nos acordamos de ellos en algunas situaciones específicas:

  • Calamidad o tragedia ambiental
  • Crisis climáticas
  • Sequías prolongadas
  • Lluvias e inundaciones

Cuando alguna de estas cosas sucede, recordamos que Dios controla este aspecto en nuestro mundo. Pero aparte de eso, parece que vivimos una especie de “apatía ambiental”. Es como si no nos importara la deforestación, la contaminación del aire y del agua, la extinción de los animales, los crímenes ambientales, etc. Todo parece estar permitido y ser parte de la existencia. No hay una preocupación, al menos no es nítida, por todo lo que está sucediendo.

Considerando los temas más recurrentes en las predicaciones de las principales iglesias, es posible comprender una de las razones de esta apatía. Muchos pastores y predicadores están enfocados en las conquistas y el crecimiento económico de los fieles. La prosperidad y la dominación del mundo están en su apogeo. Sin embargo, están opacando otros aspectos mucho más importantes en la vida del cristiano, como el enfoque en la Salvación a través de la sangre de Jesucristo (discusión para otro momento) y también la importancia de preservar todo aquello que Dios creó.

Actuamos como adolescentes que organizan una fiesta y destrozan la casa cuando sus padres salen. Aunque sabemos quién es el dueño de todo, Dios, lo despreciamos y solo pensamos en el beneficio inmediato: destruir y consumir.

Salmos 24:1

Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan.

Puede parecer una exageración, pero veamos algunos ejemplos simples. Las iglesias usan vasos desechables para servir la Santa Cena. En todas hay vasos desechables en los bebederos para miembros regulares y visitantes. El error ya comienza en la producción de residuos que podrían disminuirse o incluso evitarse.

Completando el desprecio por las cuestiones ambientales, tenemos el tema del posicionamiento político de las iglesias. La mayoría de ellas (hablo por Brasil) está prácticamente arrodillada ante los ideales de la derecha y la ultraderecha, y el ecologismo se ha convertido en una agenda de la izquierda (algunos “cristianos” los llaman satanistas) y en algo en contra del progreso de la sociedad. En fin, defender el medio ambiente no es misión de los “cristianos”.

Lo más triste de todo esto es ver diariamente los reflejos de la negligencia del pueblo de Dios. Todo va siendo sistemáticamente destruido y nadie hace nada. Los hijos del Dios Creador (Elohim) piensan que son la única creación y se olvidan de que todo fue hecho por Él.

Romanos 8:19-22

La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para alcanzar así la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. 

Necesitamos cambiar urgentemente nuestro modo de pensar y actuar cuando el asunto es la naturaleza y nuestro planeta.

Apocalipsis 11:18

Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu castigo, el momento de juzgar a los muertos, y de recompensar a tus siervos los profetas, a tus santos y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de destruir a los que destruyen la tierra.

Debemos reconocer humildemente nuestros errores del pasado y comenzar a construir un nuevo futuro para el medio ambiente. Creo que esto también es un acto de alabanza y adoración a Dios: reconocer su maravillosa creación y hacer lo mejor que podamos para preservarla.

Esperamos ansiosamente el regreso de Cristo y un mundo nuevo y perfecto, pero mientras eso no sucede, hagamos lo mejor que podamos para cuidar de este mundo imperfecto.

2 Pedro 3:13-14

Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que Dios os halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él.

lunes, 6 de octubre de 2025

Cristianismo verdadero

El cristianismo es más que una enseñanza,

El cristianismo no es solo una religión.

El cristianismo es creer en Jesucristo,

Y creer que Él está en cada corazón.

 

Seguir a Cristo, no es seguir a una filosofía,

Seguirlo es dejar al Espíritu Santo actuar.

Su acción va a cambiar toda su vida.

Cosas que no se podría hacer, ahora, va a lograr.

 

Ser cristiano es servir al Dios encarnado,

Aquel que hace dos mil años ha sido crucificado.

Frente a todos fue muerto y sepultado,

Después de tres días en un sepulcro,

Resucitó y por muchos ha sido visto y glorificado.

 

Jesús subió a los cielos y dejó el Consolador,

Para el verdadero cristiano, es el Ayudador,

El Espíritu Santo, enviado por el Señor.

Todas las cosas de Dios, Él va a enseñar,

Y de las maravillas de Dios, nos va a recordar.

 

El cristiano verdadero cree en el Dios vivo,

El Dios que se ha manifestado en Jesucristo,

El Dios descrito a los hombres a través de un libro.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen III.

viernes, 3 de octubre de 2025

El mayor sacrificio

Oh Señor, ¿cómo te puedo agradar?

¿Qué puedo hacer para aprobarme?

Algún sacrificio financiero podría hacer,

Pero, ¿qué dar a aquel que es el Dios y todo puede tener?


Hay una cosa muy valiosa que puedo dar,

Mi corazón, te puedo entregar,

Obedeciendo sus leyes y estatutos.

Manteniendo mi corazón sincero y puro.


En mi vida, el Señor siempre reinará,

Tu palabra, todos los días me va a guiar.

De esa forma, tu favor, puedo alcanzar.

Y mi vida, el Señor bendecirá.


¡Dios! ¡Tu gracia es maravillosa!

Con el Señor mi vida es gloriosa.

Tus bendiciones están siempre conmigo.

Gracias, Señor, por tus misericordias.

Gracias por ser mi mejor amigo.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen I.

Vea el libro:

https://books2read.com/u/3LdEKw

miércoles, 1 de octubre de 2025

El Bisturí y el Guía

Confía en el Señor de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas. Proverbios 3:5-6

Las manos del Dr. Heitor eran legendarias en el Hospital Santa Lúcia. Firmes, precisas, casi artísticas. Como cirujano cardíaco, era el mejor, un maestro en una sinfonía de bisturís, monitores y corazones que necesitaban reparación. Su comprensión de la anatomía humana era profunda; su confianza en su propia habilidad, absoluta. Para Heitor, Dios era una hipótesis innecesaria, una variable que complicaba la elegante ecuación de la ciencia.

Confiaba en su propio entendimiento. Era su mantra. Era lo que lo guiaba a través de procedimientos de doce horas, lo que lo hacía tomar decisiones de vida o muerte en segundos. Y, hasta entonces, su entendimiento nunca lo había decepcionado.

El problema es que su entendimiento no se limitaba a la sala de operaciones. Lo aplicaba a todo. Analizaba las relaciones de su hija adolescente, Laura, con la misma lógica fría con la que diagnosticaba una arteria bloqueada. Planificaba el futuro de su familia con la misma precisión con la que suturaba una válvula. Reconocía su propio intelecto en todos sus caminos y creía firmemente que era él quien enderezaba sus veredas.

Su esposa, Elisa, una mujer de fe serena, era la única que se atrevía a desafiarlo.

“Heitor, hay cosas que tus manos no pueden reparar”, decía ella amablemente. Él respondía con una sonrisa condescendiente.

La prueba llegó en forma de un diagnóstico. No para un paciente, sino para Laura. Una condición rara, neurológica, que los mejores especialistas del país no lograban descifrar por completo. Los síntomas avanzaban, impredecibles y crueles.

Por primera vez en su vida, el Dr. Heitor estaba desarmado. Su vasto conocimiento médico era inútil. Leyó todos los artículos, consultó a todos sus colegas, pasó noches en vela estudiando imágenes de resonancia que parecían acertijos. Su propio entendimiento, su pilar, su dios, era un callejón sin salida.

Una tarde, encontró a Elisa en el pequeño jardín del hospital. Ella no estaba llorando. Tenía los ojos cerrados, los labios moviéndose en una oración silenciosa.

“¿Qué estás haciendo?”, preguntó él, la frustración desbordándose en su voz. “¿Crees que eso va a cambiar algo?”

Elisa abrió los ojos. No había en ellos acusación, solo una profunda compasión.

“Estoy haciendo lo único que me queda, Heitor. Estoy reconociendo que no tengo el control. Estoy confiando en Dios, en todos nuestros caminos. Incluso en este”.

“¡Confianza ciega!”, replicó él. “¡Yo necesito un plan, una solución!”

“Quizás el plan”, respondió ella, “sea admitir que no tenemos uno”.

Esa noche, Heitor estaba en su despacho, rodeado de libros y exámenes que solo ampliaban su sensación de impotencia. Miró la foto de Laura sobre la mesa, sonriendo, antes de que todo aquello comenzara. Y se quebró. El gran cirujano, el hombre que se apoyaba en su propia mente, se derrumbó en sollozos. Ya no tenía un camino que seguir. Estaba perdido en un bosque oscuro y denso.

Y en el fondo del pozo de su desesperación, recordó las palabras de Elisa. “Estoy confiando en Dios, en todos nuestros caminos”.

Sin saber exactamente por qué, se arrodilló. Arrodillarse era un acto que su cuerpo no conocía, una postura de rendición que su mente siempre había rechazado.

“Dios”, comenzó, la palabra extraña en su boca. “Si estás ahí… no sé qué hacer. Mi conocimiento se acabó. Mi fuerza se ha ido. Confié en mí mismo toda la vida y ahora… estoy perdido. Guíame. Por favor, guía mi camino, porque ya no puedo verlo”.

Una paz que no podía explicar, una paz que desafiaba la lógica de su situación, comenzó a asentarse en su corazón.

Al día siguiente, un colega de una ciudad pequeña, con quien Heitor apenas había hablado en un congreso años atrás, lo llamó.

“Heitor, sé que es un tiro al aire, pero leí un artículo sobre un grupo de investigación en Alemania que está estudiando casos similares al de tu hija. Pensé en avisarte”.

No era un milagro espectacular. Era una llamada telefónica. Una pista. Una senda iluminada que se abría en la oscuridad.

Heitor siguió la pista con una nueva postura. Ya no la del maestro que lo sabe todo, sino la del peregrino que aprende a confiar en su Guía. El viaje de Laura sería largo e incierto, pero algo fundamental había cambiado. El Dr. Heitor, el hombre que confiaba solo en su bisturí, finalmente estaba aprendiendo a confiar en la mano que guiaba la suya. Había dejado de apoyarse en su propio entendimiento y, por primera vez, sintió el suelo firme de un camino que estaba siendo enderezado para él.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

https://books2read.com/u/bpPxxE

Presentación

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Dios bendiga a todos. He creado este blog con la intención de publicar mis poemas inspirados por Dios a través de su Espíritu Santo, que act...