Últimamente, he estado pensando en varios aspectos de la vida cristiana moderna y me he sorprendido con algunas conclusiones. En medio de este mar de pensamientos, estaba navegando por un mar prácticamente inexplorado por la mayoría de nosotros, los cristianos: la importancia de la preservación del medio ambiente.
Reflexioné un poco y busqué en mi memoria alguna predicación o conversación que haya tenido con alguien y, para mi sorpresa, no encontré nada. Le pregunté a mi esposa, que tiene más tiempo como cristiana, y su búsqueda tampoco arrojó nada.
Deténgase un momento y busque en su memoria algo sobre el tema…
Supongo que su conclusión es la misma. En el entorno cristiano, no hablamos sobre la naturaleza, el medio ambiente, el ecosistema, la preservación ambiental u otros asuntos relacionados.
Génesis 2:15
Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
En realidad, solo nos acordamos de ellos en algunas situaciones específicas:
- Calamidad o tragedia ambiental
- Crisis climáticas
- Sequías prolongadas
- Lluvias e inundaciones
Cuando alguna de estas cosas sucede, recordamos que Dios controla este aspecto en nuestro mundo. Pero aparte de eso, parece que vivimos una especie de “apatía ambiental”. Es como si no nos importara la deforestación, la contaminación del aire y del agua, la extinción de los animales, los crímenes ambientales, etc. Todo parece estar permitido y ser parte de la existencia. No hay una preocupación, al menos no es nítida, por todo lo que está sucediendo.
Considerando los temas más recurrentes en las predicaciones de las principales iglesias, es posible comprender una de las razones de esta apatía. Muchos pastores y predicadores están enfocados en las conquistas y el crecimiento económico de los fieles. La prosperidad y la dominación del mundo están en su apogeo. Sin embargo, están opacando otros aspectos mucho más importantes en la vida del cristiano, como el enfoque en la Salvación a través de la sangre de Jesucristo (discusión para otro momento) y también la importancia de preservar todo aquello que Dios creó.
Actuamos como adolescentes que organizan una fiesta y destrozan la casa cuando sus padres salen. Aunque sabemos quién es el dueño de todo, Dios, lo despreciamos y solo pensamos en el beneficio inmediato: destruir y consumir.
Salmos 24:1
Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo y cuantos lo habitan.
Puede parecer una exageración, pero veamos algunos ejemplos simples. Las iglesias usan vasos desechables para servir la Santa Cena. En todas hay vasos desechables en los bebederos para miembros regulares y visitantes. El error ya comienza en la producción de residuos que podrían disminuirse o incluso evitarse.
Completando el desprecio por las cuestiones ambientales, tenemos el tema del posicionamiento político de las iglesias. La mayoría de ellas (hablo por Brasil) está prácticamente arrodillada ante los ideales de la derecha y la ultraderecha, y el ecologismo se ha convertido en una agenda de la izquierda (algunos “cristianos” los llaman satanistas) y en algo en contra del progreso de la sociedad. En fin, defender el medio ambiente no es misión de los “cristianos”.
Lo más triste de todo esto es ver diariamente los reflejos de la negligencia del pueblo de Dios. Todo va siendo sistemáticamente destruido y nadie hace nada. Los hijos del Dios Creador (Elohim) piensan que son la única creación y se olvidan de que todo fue hecho por Él.
Romanos 8:19-22
La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para alcanzar así la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto.
Necesitamos cambiar urgentemente nuestro modo de pensar y actuar cuando el asunto es la naturaleza y nuestro planeta.
Apocalipsis 11:18
Las naciones se han enfurecido; pero ha llegado tu castigo, el momento de juzgar a los muertos, y de recompensar a tus siervos los profetas, a tus santos y a los que temen tu nombre, sean grandes o pequeños, y de destruir a los que destruyen la tierra.
Debemos reconocer humildemente nuestros errores del pasado y comenzar a construir un nuevo futuro para el medio ambiente. Creo que esto también es un acto de alabanza y adoración a Dios: reconocer su maravillosa creación y hacer lo mejor que podamos para preservarla.
Esperamos ansiosamente el regreso de Cristo y un mundo nuevo y perfecto, pero mientras eso no sucede, hagamos lo mejor que podamos para cuidar de este mundo imperfecto.
2 Pedro 3:13-14
Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, esforzaos para que Dios os halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él.

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