Tengo un precioso jardín para cuidar
Un espacio personal donde debo trabajar.
Mi corazón es un suelo muy especial
Donde pueden ser sembrados el bien o el mal.
El jardín florece cuando el bien es sembrado
El amor y la esperanza brotan por todos lados.
La bondad se esparce por todas las direcciones
Hay excelentes frutos en los árboles de las emociones.
Miro el jardín y veo su sublime perfección
Siento paz de espíritu y alegría en el corazón.
Un torrente de bendiciones está siendo derramada
La lluvia venida de Dios hace la tierra ser renovada.
Sin embargo, unos intrusos pueden aparecer
En las tinieblas y sombras tratan de esconderse.
Son los enemigos del jardín de mi vida
Anhelan que la felicidad sea destruida.
Pisan y cortan la hierba, y esparcen la maldad
Intentan exhaustivamente matar la felicidad.
Desean que toda la bondad sea arrancada
Desean ver la tierra seca, sin vida, sin nada.
Muchos de esos enemigos llegaron disfrazados
Dijeron que auxiliarían en mi trabajo.
Prometieron que siempre estarían conmigo
Prometieron que serían mis mejores amigos.
Han sido enviados por el maligno, el destructor
Aquel que es el gran enemigo del Señor.
Él no puede ver el bien en ningún lugar
Que pronto envía a sus siervos para perturbar.
Mayor que el enemigo del jardín es su Creador
Mayor que la maldad es la bondad del Señor.
Aunque el enemigo envíe todo su ejército
Delante de Dios, ellos no son más que insectos.
El Señor expulsará todo el mal de mi jardín
Ninguna plaga tendrá fuerzas contra mí.
Dios cuidará de mi corazón todos los días
Mostrando su infinita bondad sobre mi vida.
Este poema es parte del libro Palabras de fe.
Vea el libro:

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