viernes, 12 de septiembre de 2025

Regalando

Quedamos satisfechos cuando recibimos algo,

Amamos cuando somos regalados,

Amamos cuando nuestros deseos son realizados.

 

Ganar algo nos hace sentir importantes,

Sentimos que somos queridos y amados,

Por otras personas, estamos siendo recordados.

 

Los regalos son una demostración de amor,

Muestran que somos dignos de atención,

Dicen que merecemos gran consideración.

 

Así como recibimos el amor de otros,

También debemos demostrar nuestro amor,

Debemos dar a otros nuestra gracia y favor.

 

Debemos sembrar aquello que ya recibimos,

No necesitamos empezar con bienes materiales,

Podemos empezar visitando enfermos en los hospitales.

 

Podemos dar un poco de atención a alguien,

Llevar un poco de alegría a un solitario,

Mostrándoles que hay alguien a su lado.


Podemos donar nuestro tiempo para oír,

Estando atentos a lo que el otro quiere hablar,

Una cura profunda, eso puede generar.

 

También podemos dedicarnos a otros,

Ayudándolos en sus necesidades,

Pequeñas acciones generan enorme felicidad.

 

Otra manera de ayudar es a través de la oración,

Presentando a Dios los pedidos del otro,

Este sacrificio es más valioso que el más puro oro.

 

El reconocimiento puede ser mostrado con dinero,

Donando y ayudando a los que están más necesitados,

Ellos se sentirán inmensamente bendecidos y amados.

 

Esos fueron solo algunos ejemplos de semillas,

Hay muchos campos donde pueden ser plantadas,

Ellas esperan a alguien para sembrarlas.

 

Haga su mejor esfuerzo para mejorar el mundo,

Dios siempre hace su mejor esfuerzo por todos,

Tratemos de imitarlo con nuestro mejor esfuerzo.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

https://books2read.com/u/3162v6

miércoles, 10 de septiembre de 2025

La Cosecha de la Tierra Firme

Así andarás por el camino de los buenos y seguirás la senda de los justos. Pues los íntegros habitarán en la tierra y los rectos permanecerán en ella. Pero los malvados serán desarraigados y los infieles expulsados de la tierra. Proverbios 2:20-22

Mateus y Vitor comenzaron en el mismo lugar: una pequeña oficina alquilada, dos escritorios de segunda mano y un sueño compartido de construir la mejor empresa de logística de la región. Eran amigos, talentosos y hambrientos de éxito. Pero sus brújulas morales apuntaban en direcciones opuestas.

Vitor era el maestro de los atajos.

“El mercado es una selva, Mateus. O comes, o te comen”, decía, mientras firmaba un contrato con un proveedor de dudosa calidad, pero que le ofrecía una generosa “comisión”. Pagaba sueldos por debajo del mercado, prometía plazos de entrega que sabía que eran imposibles de cumplir y consideraba los impuestos una “sugerencia” que debía sortearse creativamente.

Mateus, por otro lado, seguía un camino más lento y empinado. Se negaba a pagar sobornos, invertía en formación y equipos de seguridad para su personal, y se aseguraba de pagar cada céntimo de sus tributos.

“Estoy construyendo algo para que dure, no para hacerme rico de la noche a la mañana”, explicaba, mientras perdía otro cliente ante los precios imposiblemente bajos de Vitor.

En los primeros cinco años, el mundo parecía darle la razón a Vitor. Conducía un coche importado, compró un ático con vistas al mar y aparecía en las portadas de las revistas de negocios locales como el “empresario audaz” que había descifrado el código del éxito. Mateus, mientras tanto, seguía viviendo en la misma casa, conduciendo el mismo coche y reinvirtiendo cada ganancia en la mejora de su empresa. Para muchos, era visto como un ingenuo, un soñador que no entendía cómo funcionaba el “mundo real”.

La diferencia más flagrante estaba en la cultura de sus empresas. En “Vitor Log”, la rotación de personal era altísima. El ambiente era de desconfianza y miedo. Los conductores, presionados por plazos irreales, cometían infracciones y se veían envueltos en accidentes. Los clientes, atraídos por el bajo precio, pronto se frustraban con retrasos constantes y mercancías dañadas. La empresa de Vitor era un reluciente pero frágil castillo de naipes.

En “Logística Alianza”, de Mateus, la atmósfera era otra. Su equipo era leal. Conocía a cada empleado por su nombre, sabía de sus familias, de sus luchas. Sus clientes eran fieles, pues sabían que la palabra de Mateus era su garantía. Su empresa crecía lentamente, pero sus raíces se hundían en suelo firme: la tierra de la integridad.

La tormenta llegó en forma de una gran fiscalización federal, barriendo el sector del transporte en busca de fraudes y evasión fiscal. Fue seguida por una recesión que contrajo el mercado drásticamente.

El imperio de Vitor fue el primero en derrumbarse. Las multas de la fiscalización eran astronómicas. Con su reputación manchada, los clientes desaparecieron. Presionado, no pudo cumplir con los pagos a sus proveedores “socios”, y las prácticas deshonestas que antes lo beneficiaban ahora se volvían en su contra. En menos de seis meses, “Vitor Log” se declaró en quiebra. Vitor fue arrancado de la tierra que creía poseer, su nombre ahora era sinónimo de fraude.

“Logística Alianza” también sintió el golpe. Mateus tuvo que apretarse el cinturón, renegociar contratos y trabajar más duro que nunca. Pero algo extraordinario sucedió. Su equipo se unió a él, aceptando reducciones temporales de jornada para evitar despidos. Sus clientes más antiguos, valorando años de servicio confiable, no solo se quedaron, sino que lo recomendaron a otros. Su reputación de honestidad se convirtió en su activo más valioso en tiempos de desconfianza.

Un año después, el polvo se había asentado. El patio de la antigua empresa de Vitor estaba vacío, con un cartel de “Se Vende” descolorido por la lluvia. A pocos kilómetros de allí, el patio de Mateus estaba lleno de actividad. Había sobrevivido. Más que eso, estaba prosperando, ocupando el espacio dejado por aquellos que habían sido arrancados.

Cierta tarde, mirando sus camiones salir para otro día de trabajo, Mateus entendió. No era más rico en posesiones de lo que Vitor fue en su apogeo. Pero era rico en algo mucho más duradero. Había elegido el camino de los justos y, como promesa, permanecía. Había heredado la tierra. No un pedazo de suelo, sino la tierra firme de la paz, del respeto y de un legado construido para durar.

(Hecho con IA)

lunes, 8 de septiembre de 2025

Seguir creyendo

Hace mucho tiempo desde que oí su promesa,

Desde que oí su voz, ha sido una infinita espera.

Todas las cosas que dijiste, aguardé,

La transformación en mi camino, esperé.

 

¡Oh, Señor! ¡Necesito tu poderosa ayuda inmediatamente!

Todas las bendiciones prometidas, quiero verlas a mi frente.

Siento que todas las cosas de mi vida están congeladas,

Siento que no hay solución para absolutamente nada.

 

Ayúdame a superar todas mis angustias,

Seguir adelante en mi situación es una verdadera lucha.

Hay momentos en que no más deseo continuar,

Los problemas son difíciles y me tratan de despedazar.

 

Todos los días, hago mi mejor esfuerzo para avanzar,

Pero parece que este test nunca terminará.

Señor, recuerda de esta pobre y necesitada alma,

Actúa en mi vida y haz crecer este siervo que a ti clama.

 

Oro y canto intentando hacer mi fe ser aumentada,

Siempre creyendo que la bendición de Dios será dada.

Estoy seguro de que no hay provecho en quejarse,

Con las quejas, mi dolor no va a aliviarse.


No importa lo que venga contra mí,

Sé que el Dios Todopoderoso es por mí.

Aunque se levanten miles de enemigos,

Con la ayuda del Señor, venceré todos los desafíos.

 

Aunque todos digan que no seré bendecido,

No los oiré, creo en lo que Dios me ha dicho.

Dios es el único que puede decidir mi destino,

Él abrirá un río de bendiciones en mi camino.

 

Dios hizo algo grande, así como yo esperaba,

Él creó una novedad donde no había nada.

El Señor cumplió todas sus palabras prometidas,

Él mostró que es celoso y fiel con mi vida.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

https://books2read.com/u/3162v6

viernes, 5 de septiembre de 2025

La nueva iglesia

El púlpito se está convirtiendo en un palco,

La iglesia no es más un templo,

Está más parecida a un teatro.

La gente no está buscando a Dios,

Están buscando a un espectáculo.


El Señor, la gente no va a buscar,

Ellos buscan algo para encantar.

El Evangelio, no más quieren escuchar,

Quieren una manera de alegrarse.


Jesús es mostrado de forma diferente,

Un Cristo más moderno y atrayente.

Un Jesús que todo puede aceptar,

Un Jesús que no te va a cambiar.


No se importan sobre qué sucederá,

De cualquier manera, te quieren encantar.

Lo más importante es usted estar allá,

Independiente si la salvación usted recibirá.


Hay solamente un camino para salvarse,

El Jesús verdadero, debemos buscar.

No es aquel que apenas nos quiere agradar.

Es aquel que algo va a enseñar.


Es el Jesús manso y humilde,

Aquel que para siempre vive.

El verdadero y eterno Señor,

Que murió para ser nuestro Salvador.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen II.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

La Casa de los Ecos

[La sabiduría]Te librará de la mujer ajena, de la extraña de palabras seductoras … Ciertamente su casa conduce a la muerte; sus sendas van hacia los muertos. Proverbios 2:16, 18

Marcos no era un hombre infeliz. Amaba a su esposa, Sofia, y a sus dos hijas. Tenía un buen matrimonio, construido sobre quince años de compañerismo y risas compartidas. Pero últimamente, la rutina lo había engullido. El trabajo era estresante, las cuentas se acumulaban y las conversaciones con Sofia parecían girar siempre en torno a listas del supermercado y problemas de la escuela. El brillo se había vuelto opaco.

La “mujer extraña” no entró en su vida en un bar o en un viaje de negocios. Apareció en su feed, como una sugerencia de amistad. Camila. Una compañera de la facultad a la que no veía desde hacía años. Su perfil era un mosaico de una vida aparentemente perfecta: viajes exóticos, restaurantes de moda, una carrera de éxito. Era una vida libre de los pañales y las facturas que definían la suya.

Todo comenzó con un “me gusta”. Luego, un comentario casual.

“Me acuerdo de ti en la facultad, siempre el más inteligente de la clase”, escribió ella.

Sus palabras eran halagadoras, un bálsamo para su ego cansado. Marcos se sintió visto, admirado, de una forma que no se sentía desde hacía mucho tiempo.

Las conversaciones migraron a lo privado. Al principio, eran inocentes, nostálgicas. Pero pronto se convirtieron en su válvula de escape. Se sorprendía a sí mismo sonriendo a la pantalla del móvil en medio de una reunión de trabajo. Se acostaba al lado de Sofia por la noche, con el cuerpo presente, pero la mente a kilómetros de distancia, intercambiando mensajes con Camila hasta tarde.

Estaba abandonando a la guía de su juventud —Sofia, la mujer con quien lo había construido todo— y olvidando la alianza que hizo ante Dios. Cada mensaje secreto era una pequeña traición, una piedra menos en los cimientos de su matrimonio.

Camila era la personificación de la fantasía. Nunca estaba cansada, nunca tenía ojeras, nunca discutía sobre el grifo que goteaba. Era un eco de sus deseos, validando sus frustraciones y aplaudiendo su ambición. Comenzó a construir una “casa” paralela en su mente y en su móvil. Una casa hecha de secretos, medias verdades y una intimidad robada.

Lo que no percibía era que esa casa se inclinaba hacia la muerte. La muerte de su alegría genuina, sustituida por una excitación ansiosa. La muerte de su paz mental, cambiada por la constante vigilancia para no ser descubierto. La muerte de su conexión con Sofia; sus ojos ahora evitaban los de ella, con miedo de que pudiera ver la mentira en ellos.

Un sábado, Sofia propuso un pícnic familiar, como en los viejos tiempos. En el parque, mientras sus hijas corrían por el césped, ella le tomó la mano.

“Te echo de menos, Marcos”, dijo ella, con voz suave. “Parece que estás aquí, pero no estás”.

Su móvil vibró en el bolsillo. Un mensaje de Camila. El corazón de Marcos se aceleró. Se sintió culpable y, al mismo tiempo, resentido. Estaba viviendo una doble vida, y el esfuerzo lo estaba destrozando.

Más tarde, en casa, mientras Sofia bañaba a las niñas, él fue al despacho para “resolver unas cosas del trabajo”. Abrió la conversación con Camila. Ella había enviado una foto, más atrevida que las anteriores, junto con el mensaje: “Pensando en ti”.

Miró la foto, y lo que debería ser excitante, de repente, le pareció vacío, triste. Escuchó la risa de su hija en el pasillo y el sonido de la voz de Sofia cantando una canción de cuna. Esa era su vida. La vida real, imperfecta, ruidosa, agotadora, pero suya. La vida que estaba cambiando por píxeles en una pantalla.

Entendió, con una claridad aterradora, que la casa de ecos que construyó con Camila no tenía futuro. Era un camino que solo llevaba hacia abajo, hacia la pérdida de todo lo que realmente importaba. Ninguno de los que entran por esa puerta, se dio cuenta, regresa sin cicatrices profundas. Muchos, nunca regresan.

Con manos temblorosas, escribió: “Camila, no podemos seguir hablando. Lo que estoy haciendo está mal. Amo a mi esposa”.

Bloqueó el contacto. Borró el historial. La sensación no fue de pérdida, sino de liberación, como un prisionero que finalmente ve abrirse la puerta de su celda.

Salió del despacho y fue a la habitación de las hijas. Se sentó en el suelo, observando a Sofia peinar el cabello de la más pequeña. El amor que sintió en ese momento era tan real, tan palpable, que dolía. No dijo nada, pero Sofia lo miró y, por primera vez en mucho tiempo, vio a su marido de vuelta. Entero. Presente.

El camino de regreso no sería fácil. Había causado fisuras que necesitarían tiempo y verdad para ser reparadas. Pero había escapado. Había abandonado la casa que se inclina hacia la muerte, antes de que se derrumbara sobre él.

(Hecho con IA)

lunes, 1 de septiembre de 2025

La semilla

Una semilla podemos semejar,

Echamos en la tierra para germinar.

Antes de aquella semilla nacer,

Primero, ella va a morir.


Después de morir, ella va a renacer,

Será una planta y mucho va a crecer.

Hasta de la más pequeña semilla,

Un gran árbol podemos tener.


Dios planta una semilla en nuestro corazón,

Es la semilla de su amor y perdón.

En nuestro corazón, ella empieza a florecer,

Creamos la conciencia de nuestro pecado,

Y paramos de hacer lo que es errado.


Sobre el pecado, no más deseamos saber,

La gloria de Dios en nuestra vida va a crecer.

La luz de Dios sobre nosotros está brillando,

Y a cada día, nuestras ramas se están renovando.


El Señor vierte sobre nosotros el agua viva,

Y cada vez, crecemos con más vida.

Nuestra vida, el pecado, ya no puede más sofocar,

En nuestras vidas, la mano de Dios siempre actuará.


Después del árbol crecer, se debe multiplicar,

Debemos echar las semillas de Dios en nuevas tierras.

Para que más árboles pueden germinar,

Nuevas personas van a nacer y fructificar.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen II.

Presentación

Presentación

Dios bendiga a todos. He creado este blog con la intención de publicar mis poemas inspirados por Dios a través de su Espíritu Santo, que act...