miércoles, 24 de septiembre de 2025

La Firma en el Corazón

Que nunca te abandonen el amor y la verdad: llévalos siempre alrededor de tu cuello y escríbelos en la tabla de tu corazón. Contarás con el favor de Dios y tendrás buen nombre entre la gente. Proverbios 3:3-4

Clara era vista como una anomalía en el departamento de ventas de InovaTech. Mientras sus compañeros operaban bajo la filosofía del “cueste lo que cueste”, prometiendo funcionalidades que no existían y plazos imposibles para alcanzar las metas, Clara llevaba consigo dos principios que parecían anticuados: la bondad y la fidelidad.

Para ella, la fidelidad no era solo ser leal a la empresa, sino ser fiel a su propia palabra. Si le prometía algo a un cliente, aquello se convertía en un contrato sagrado. La bondad no era ser ingenua, sino tratar a cada persona —desde el CEO hasta el becario, desde el cliente millonario hasta el pequeño proveedor— con el mismo respeto y honestidad. Sus compañeros la apodaron, a sus espaldas, “La Escultista”.

“Clara, pierdes demasiado tiempo con los clientes pequeños”, le dijo su gerente, Ricardo, en una ocasión. “Ellos no mueven la aguja. Y toda esa honestidad tuya te va a costar el ascenso. A veces, necesitas… disfrazar la verdad”.

Para Clara, la benignidad y la fidelidad no eran opcionales. Eran como el discreto collar que usaba todos los días, un regalo de su abuela. Eran el recordatorio visible de una verdad que había escrito en lo profundo de su corazón.

La prueba de fuego llegó con la cuenta de Gigantus, la mayor oportunidad en la historia de la empresa. La negociación era feroz, y el competidor estaba jugando sucio. En una reunión crucial, el director de Gigantus hizo una pregunta técnica sobre la capacidad de integración del software de InovaTech con un sistema heredado que ellos usaban.

Era el punto débil del producto. Una integración completa solo estaría lista en seis meses.

Ricardo, el gerente, estaba en la sala. Le dio una leve patada en la espinilla a Clara por debajo de la mesa, una señal clara. Disfraza la verdad.

Clara sintió que el corazón se le aceleraba. El ascenso, el bono de fin de año, el respeto de sus compañeros: todo dependía de esa respuesta. Podría decir “Sí, es totalmente compatible” y dejarle el problema al equipo de tecnología para que lo resolviera después. Era lo que todos harían.

Pero las palabras estaban escritas en su corazón. Respiró hondo.

“Señor Medeiros”, dijo ella, con voz firme. “Seré totalmente transparente. La integración completa con su sistema actual estará lista en nuestra próxima actualización, dentro de seis meses. Lo que podemos ofrecer hoy es una solución parcial que atiende el 80% de sus necesidades, y un plan de trabajo detallado para implementar el 20% restante sin costo adicional tan pronto como se lance la actualización”.

El silencio en la sala fue pesado. Ricardo fulminó a Clara con la mirada. Ella, a sus ojos, acababa de perder el negocio de la década.

Al final de la reunión, el director de Gigantus, un hombre experimentado y de pocas palabras, se levantó. Estrechó la mano de Ricardo y luego se giró hacia Clara.

“Señorita Clara”, dijo él. “En los últimos dos meses, he hablado con seis empresas. Todas me prometieron la luna. Todas me dijeron que sí a todo. Usted ha sido la primera persona que me ha dicho la verdad. Y por eso, sé que puedo confiar en su empresa”. Se giró hacia Ricardo. “Preparen el contrato. Cerramos con ustedes”.

La noticia se extendió por InovaTech como un reguero de pólvora. Lo que debería haber sido un fracaso se convirtió en un triunfo legendario. Clara no solo había vendido un producto; había vendido confianza.

Meses después, cuando se abrió la vacante de directora de ventas, el nombre de Clara fue unánime. No solo contaba con el favor de la dirección, sino que también sentía una profunda paz interior, la certeza de estar en el camino correcto.

En su nueva oficina, más grande y con una vista panorámica de la ciudad, no colgó diplomas ni gráficos de ventas en la pared. En un pequeño marco, enmarcó la frase que su abuela le dijo al darle el collar: “El carácter es lo que eres cuando nadie está mirando, pero es lo que todos reconocen cuando se enciende la luz”.

La bondad y la fidelidad no eran una desventaja. Eran su firma. Y estaban escritas no solo en su corazón, sino ahora, en la cultura de todo su equipo.

(Hecho con IA)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Presentación

Presentación

Dios bendiga a todos. He creado este blog con la intención de publicar mis poemas inspirados por Dios a través de su Espíritu Santo, que act...