miércoles, 30 de julio de 2025

El Collar de Mi Madre

Hijo mío, escucha las correcciones de tu padre y no abandones las enseñanzas de tu madre. Adornarán tu cabeza como una diadema; adornarán tu cuello como un collar. Proverbios 1:8-9

La noche antes de que Mariana se mudara a la capital del estado, su madre, Lucia, se sentó al borde de la cama, en medio de cajas de cartón y maletas abiertas. No traía un regalo caro, solo una pequeña y gastada caja de terciopelo. Dentro, un sencillo collar de perlas, el mismo que Lucía había usado en su propia boda.

“Esto no es una joya, hija”, dijo Lucía, con la voz entrecortada. “Es un recordatorio”.

Y entonces, como había hecho toda su vida, destiló su sabiduría en frases cortas, casi telegráficas.

“Sé la primera en sonreír. Un corazón agradecido no tiene espacio para la envidia. Y lo más importante: nunca te olvides de hablar con Dios, aunque solo sea para decir ‘gracias’”.

A su lado, su padre, Roberto, añadió con su voz grave y serena:

“Mariana, el mundo te ofrecerá muchos atajos. Recuerda que el camino correcto rara vez es el más fácil. El trabajo honesto y una conciencia limpia son la mejor almohada”.

Mariana abrazó a sus padres, sintiendo una mezcla de emoción y pavor. Amaba la sencillez de ellos, pero, en el fondo, sentía que sus consejos eran… insuficientes. Eran para un pueblo pequeño, para una vida que estaba dejando atrás. En la capital, en la agencia de publicidad donde sería becaria, la jerga era otra: networking, disrupción, KPIs, competencia feroz. Un “corazón agradecido” no pagaría su alquiler.

Las primeras semanas fueron un torbellino. Su apartamento era un cubículo con vistas a una pared de ladrillos. El trabajo era implacable. Su jefa, Verônica, una mujer elegante y cortante, parecía sentir un placer sádico en menospreciar el trabajo de los novatos.

“¿Esto es lo mejor que tienes?” decía, arrojando la presentación de Mariana de vuelta sobre la mesa. “Esto es de aficionado”.

Una noche, durante un happy hour, Mariana escuchó el consejo de sus colegas más experimentados.

“El secreto aquí es hacerte ver”, dijo uno de ellos. “No importa si la idea es tuya, lo que importa es quién la presenta en la reunión. Y, claro, tienes que saber el último chisme de todo el mundo. La información es poder”.

Esa era la “enseñanza” de su nuevo mundo. Mariana, sintiendo la presión por encajar, comenzó a participar. Se rio de un chiste sobre un colega que había sido despedido, guardó silencio cuando Verônica humilló a otra becaria, y empezó a ver a sus colegas no como personas, sino como peldaños u obstáculos. Los consejos de sus padres parecían un dialecto olvidado de una tierra lejana. El collar de perlas permanecía guardado en el fondo del cajón.

La oportunidad de usar el “atajo” llegó rápidamente. Mariana tuvo una idea brillante para la campaña de un nuevo cliente. Trabajó en ella durante el fin de semana. El lunes, antes de que pudiera presentarla, escuchó a su colega, Ricardo, explicando su idea a Verônica, con pequeñas alteraciones. La había visto en su ordenador.

Un veneno helado le subió por la espina dorsal. La primera reacción fue la rabia, el deseo de exponerlo, de entrar en el juego sucio. Luchar con las mismas armas. Pero, mientras su mente formulaba las palabras de acusación, la voz de su padre resonó en su memoria: “El trabajo honesto y una conciencia limpia son la mejor almohada”.

No dijo nada. Vio, con el corazón encogido, cómo Ricardo se llevaba el mérito. Esa noche no pudo dormir. La almohada parecía llena de piedras.

A la mañana siguiente, exhausta, se sentía derrotada. En el metro abarrotado, todos parecían grises, extenuados. Y entonces, recordó la voz de su madre: “Sé la primera en sonreír”. Era un pensamiento absurdo, ridículo. Pero, movida por un impulso que no comprendía, miró a una anciana apretada a su lado y sonrió. Una sonrisa pequeña, cansada. La señora, sorprendida, le devolvió la sonrisa, y por un instante, el vagón pareció menos opresivo.

Fue una pequeña rendija de luz. Al llegar a la oficina, en lugar de sentarse en su escritorio a rumiar la injusticia, fue a la cocina y preparó un café. Le llevó una taza a la joven becaria que había sido humillada el día anterior.

“Tu trabajo de ayer era bueno”, dijo Mariana, simplemente. La chica la miró con los ojos llenos de lágrimas y gratitud.

Mariana no lo sabía, pero Verônica, la jefa, observaba la escena desde la puerta de su despacho.

Ese día, Mariana no se centró en la traición de Ricardo. Se centró en hacer su trabajo con la excelencia que su padre le había enseñado. Al final de la jornada, cuando se preparaba para irse, Verônica la llamó.

“Tu idea para la campaña era muy buena, Mariana”, dijo ella, sin rodeos. “Sé que era tuya. Ricardo no tiene esa capacidad”.

Mariana se quedó en silencio, sorprendida.

“Lo que hiciste hoy”, continuó Verônica, “llevándole café a Letícia, sonriendo… eso no es común aquí. El talento es fácil de encontrar. El carácter es raro. Mañana, trabajarás directamente conmigo en este proyecto. Quiero ver qué más tienes”.

Al llegar a casa, Mariana abrió el cajón. Cogió la pequeña caja de terciopelo y sacó el collar. Las perlas estaban frías al tacto, pero cuando se las puso en el cuello, sintió un calor que parecía emanar desde dentro.

Se miró en el espejo. Los consejos de sus padres no eran grilletes, ni un peso. Eran, de hecho, lo más hermoso que poseía. No eran solo palabras, sino una diadema invisible de gracia que la protegía, y un collar que le daba una dignidad que ningún puesto en la empresa podría ofrecer jamás. Eran la sabiduría que la diferenciaba, que la hacía valiosa no solo como profesional, sino como persona. Y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió verdaderamente en casa.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

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lunes, 28 de julio de 2025

La imagen

Un día una persona encontró una imagen,

Y dijo que aquella figura tenía un mensaje.

Fue dicho que era un mensaje del Señor,

Y que todos debían adorar lo que ella encontró.


Así, muchos santos van siendo proclamados,

De todos los tipos, desde los simples hasta los adornados.

A todos ellos se les atribuye algún tipo de poder,

Dicen que aquellas imágenes algo pueden hacer.


Esa doctrina es apenas una forma de distracción,

Sacando a las personas de la verdadera adoración.

Llevándolas a hacer aquello que es condenado,

Haciendo lo que Dios definió como pecado.


Cuando alguien cuestiona tal tradición,

Las personas dicen que es parte de su religión,

Y que no hay ningún motivo para reprensión.

Ellas no saben que practican gran abominación.


Con ese pensamiento, muchos se están perdiendo,

La verdad dicha por Dios, no la están entendiendo.

¡Dios dijo que solamente Él es digno de adoración!

¡Solamente del Señor Dios debe ser el corazón!


Y aquel que haga cualquier cosa diferente de eso,

No tendrá parte en su reino con Jesucristo.

En lo profundo y terrible infierno será lanzado,

Donde pagará eternamente por sus pecados.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VII.

viernes, 25 de julio de 2025

Luchas

Habrá días en que grandes luchas se van a levantar,

Serán luchas duras y difíciles que tendremos que enfrentar.

Son luchas que muchas veces serán capaces de desanimar,

Son luchas pesadas que pueden hasta hacernos llorar.


El llanto es nuestro grito de desesperación pidiendo ayuda,

El llanto indica que ya no aguantamos más aquella lucha.

Llorar no indica que somos débiles ni cobardes,

Llorar indica que somos humanos y somos frágiles.


En el medio de la desesperación, recibimos una luz en nuestras vidas,

Recibimos una llama de la esperanza que predice mejoras.

Esta esperanza se llama Jesús, ¡aquel que es maravilloso!

Solo Jesús viene hacia nosotros y seca el llanto.


Jesús viene para darnos la mano que nos levanta,

Independiente de la situación que estamos enfrentando, Él ayudará.

Un nuevo camino de paz, alegría y victorias, Jesús nos va a mostrar,

Por todo este nuevo camino, Jesús nos va a acompañar,

Y si alguna nueva lucha viene, Él estará a nuestro lado para ayudar.


Este poema es parte del libro La vida a través de las palabras.

miércoles, 23 de julio de 2025

El Principio de Todo

 

El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina. Proverbios 1:7

El Dr. Arnaldo Peixoto, Ph.D., miraba la pila de libros sobre su escritorio y no sentía nada más que un profundo y hueco cansancio. Los lomos ostentaban su nombre en letras doradas: “Paradojas del Poder”, “La Deconstrucción del Mito”, “Sociología de la Crisis Posmoderna”. Era una eminencia en su campo, un intelectual célebre cuyas conferencias llenaban auditorios. Su mente era un palacio de teorías complejas y citas eruditas, pero su corazón era una habitación vacía.

El problema no estaba en los libros. Estaba en el mensaje de audio que vibraba en su bolsillo, el décimo que ignoraba ese día. Era de su esposa, Helena. Su voz, una mezcla de súplica y agotamiento, decía lo mismo de siempre: “Él todavía no ha vuelto a casa y no me contesta. Voy a orar”.

Lucas, su hijo. Veinte años, un futuro brillante por delante, pero un alma que parecía correr hacia el abismo. Las notas cayendo en picado en la universidad, las compañías dudosas, el olor a alcohol en la ropa. Arnaldo ya lo había intentado todo. Usó la lógica, la psicología, la intimidación, el soborno. Argumentó con la elocuencia de un polemista y trazó estrategias como un general. Y fracasó. Miserablemente.

“Rezar”, murmuró para sí mismo, con un desprecio que intentaba enmascarar su impotencia. “Externalizar la responsabilidad a una entidad cósmica”. Para él, la fe de Helena era un adorable pero inútil mecanismo de afrontamiento. El conocimiento era poder, y él, el Dr. Arnaldo, era un hombre de vasto conocimiento. ¿Cómo podía no tener poder sobre la vida de su propio hijo?

Esa noche, salió de la universidad más tarde de lo habitual. El campus estaba silencioso, casi espectral, bajo la luz amarillenta de las farolas. Al pasar por el pabellón de humanidades, escuchó el familiar chirrido del carro de la limpieza. Era el señor Afonso, el conserje nocturno, un hombre de piel arrugada por el sol y manos curtidas por la vida.

“Buenas noches, profesor. Un día largo, ¿eh?” dijo Afonso, con una sonrisa sencilla, deteniéndose de pasar el trapo por el suelo.

Arnaldo solo asintió con la cabeza, queriendo seguir su camino. Pero algo en la mirada tranquila de aquel hombre lo desarmó.

“Demasiado largos, señor Afonso. E inútiles”, respondió, la amargura escapándose sin filtro.

Afonso se apoyó en el mango de la mopa. “Inútil es una palabra fuerte, doctor. Usted que enseña tantas cosas importantes”.

“¿De qué sirve entender las crisis de la sociedad si no puedo resolver la crisis dentro de mi propia casa?” la confesión saltó de los labios de Arnaldo antes de que pudiera contenerla.

El conserje no ofreció un consejo barato ni una frase de cajón. Solo miró el suelo pulido y luego el rostro angustiado del profesor.

“Sabe, doctor”, dijo él, con voz baja y serena. “Hay mucho conocimiento bueno en los libros. Pero, a veces, el conocimiento que más necesitamos no está en la cabeza. Está en las rodillas”.

La frase, tan simple, golpeó a Arnaldo como una herejía. Un aforismo simplista de un hombre sin instrucción. Agradeció con un seco asentimiento y apuró el paso hacia el estacionamiento. Pero las palabras de Afonso lo siguieron.

“Está en las rodillas”.

En casa, el silencio era una acusación. Entró en la habitación de Lucas. La cama intacta, el olor a ropa sucia. Sobre el escritorio, un portarretratos con una foto antigua: él y un Lucas de siete años, sonriendo, el día en que le enseñó a andar en bicicleta. Recordó la alegría, la confianza del niño en su mano que lo sujetaba.

¿Dónde estaba esa confianza ahora? ¿Dónde estaba su mano?

Su palacio de conocimiento se derrumbó. No sabía qué hacer. No había teoría, no había cita, no había libro que pudiera darle la respuesta. Era un necio. Un necio con un doctorado que despreciaba la única enseñanza que quizás importaba.

Cayendo al lado de la cama de su hijo, el Dr. Arnaldo Peixoto, por primera vez en su vida adulta, se arrodilló. No hubo elocuencia en su oración. Solo una palabra, repetida como el mantra de un hombre que se ahoga: “Ayuda”.

No hubo un rayo de luz, ni una voz audible. Pero, en aquel suelo frío, en aquel acto de rendición total, sintió algo nuevo. El comienzo de algo. No era la solución al problema de su hijo. Era el desmantelamiento de su propio orgullo. Era el principio del conocimiento.

(Hecho con IA)

Este cuento es parte de mi libro Sabiduría Diaria

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lunes, 21 de julio de 2025

Nueva esperanza

A veces, tenemos la sensación de que nada está aconteciendo,

El tiempo va transcurriendo y ningún cambio estamos percibiendo.

Llegamos al punto de pensar que nada va a mejorar,

Pues, perdemos la esperanza que la victoria va a llegar.


Perdimos la esperanza debido a la lucha diaria incansable,

Perdimos la esperanza porque la dificultad parece insuperable.

Tenemos la sensación de que todo está yendo en contra,

Y que por más que luchamos y batallamos, en nada se avanza.


Y en aquel momento crítico que ya estamos listos para desistir,

Viene algo nuevo y bueno, entonces nuevamente podemos sonreír.

Una nueva puerta fue abierta, una esperanza es puesta en el corazón,

Dios viene a decirnos: ‹‹Hijo, estoy cambiando tu situación.››


Dios viene con la providencia en momento preciso e ideal,

El Señor nos regala con un arcoíris después de un temporal.

Dios fortifica y nos conduce hacia un nuevo y perfecto camino,

Él llévanos a un magnífico y maravilloso destino.


Este poema es parte del libro La vida a través de las palabras.

sábado, 19 de julio de 2025

La llama casi apagada

Comencé mi carrera cristiana muy animado,

Estaba dispuesto para cualquier clase de trabajo.

Nadie me podía perturbar ni desanimar.

Donde había necesidad, yo estaba allá.

 

Sentía un fuerte deseo de ayudar,

En la obra de Dios, yo quería estar.

Hacerlo me daba propósito y satisfacción,

Hacía todo con enorme disposición.

 

Iba a la iglesia en todas las ocasiones,

Oraba a Dios en todas situaciones.

Alaba al Señor durante mi día,

Por sus bendiciones, yo le agradecía.

 

Seguí mi carrera y mi ánimo disminuyó,

Ya no trabajaba con el mismo amor.

Todo se convirtió en una obligación,

Ya no actuaba con celo ni pasión.

 

La llama en mi corazón se apagó,

Yo ni siquiera hablaba con el Señor.

Mi corazón no anhelaba su presencia,

Era un cristiano solo en la apariencia.


No sabía exactamente lo que me había pasado,

Sin embargo, sabía que había cambiado.

No estaba satisfecho con mi modo de vivir,

Si no hiciera nada, yo iba a morir.

 

Clamé al Señor desesperadamente,

Pedí a Él que alumbrara mi mente.

Dios amablemente me tranquilizó,

Y el camino correcto, Él me señaló.

 

Debo alabar y recordar de las bendiciones,

Recordar de los mandamientos e instrucciones.

Debo seguir su palabra de vida diariamente,

Reconociendo que sus caminos son excelentes.

 

Debo recordar de las promesas del Señor,

Recordar de su infinito y maravilloso amor.

Así, siempre estaré animado y con energía,

El Espíritu Santo enciende la llama de mi vida.

 

Una llama que brillará resplandeciente,

Una luz que vivirá eternamente.

Con Dios, mi brillo jamás se apagará,

La luz del Señor siempre me encenderá.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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miércoles, 16 de julio de 2025

Sustituyendo los pensamientos

Todos cargamos muchos pensamientos,

Llevamos lo que aprendimos a lo largo de la vida.

 

Muchos pensamientos son buenos y nos ayudan,

Sin embargo, otros a menudo nos perturban.

 

Debemos sustituir los pensamientos nocivos,

Debemos sustituirlos por pensamientos victoriosos.

 

En lugar de decir: “No puedo hacer esto.”

Debes decir: “Sí, puedo hacerlo.”

 

En lugar de decir: “Siempre he vivido así.”

Debes decir: “Seré la mejor versión de mí.”

 

En lugar de decir: “Enfrentaré un día largo y difícil.”

Debes decir: “Gracias, Señor, estoy vivo.”

 

En lugar de decir: “¡Cómo ha sido terrible este día!”

Debes decir: “Gracias, Señor, superé este día.”

 

En lugar de decir: “¡Yo desisto! ¡Todo ha fallado!”

Debes decir: “Haré mi mejor esfuerzo y todo será arreglado.”

 

En lugar de decir: “Todo siempre tiene un final terrible.”

Debes decir: “Todo lo que haga tendrá un final increíble.”


En lugar de decir: “Esta enfermedad es parte de mí.”

Debes decir: “Esta enfermedad no pertenece a mí.”

 

En lugar de decir: “Nunca encontraré a la persona cierta.”

Debes decir: “Encontraré la persona perfecta.”

 

En lugar de decir: “Seguramente, esta crisis me afectará.”

Debes decir: “Estoy seguro de que Dios me protegerá.”

 

En lugar de decir: “Mi negocio no está funcionando.”

Debes decir: “Ya veo mi negocio prosperando.”

 

Si cambias tus pensamientos, todo será diferente,

Cambiarás tu actitud según lo que hay en tu mente.

 

Creerás en sí mismo y en el Señor,

Trabajarás y Dios le brindará su favor.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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sábado, 12 de julio de 2025

El fin

Todas las profecías están siendo cumplidas,

No estamos viviendo las mismas alegrías.

Mucha gente está padeciendo y muriendo.

Unos no entienden lo que está ocurriendo.


Lo que pasa es lo que hace mucho tiempo fue prometido.

El gran día que regresará el Señor Jesucristo.

Será un día de gran juicio.

Mismo con tantas señales ocurriendo,

Muchos piensan que es fanatismo y no están creyendo.


Grandes y terribles cosas pronto van a acontecer.

Será un tiempo de mucha tribulación.

En el cual nadie se podrá proteger.

Será guerra de nación contra nación,

Hermano contra hermano. ¡No habrá amor en el corazón!


Muchos miran a todo y piensan que es natural.

Actúan como si toda tragedia fuera normal.

No analizan lo que el Señor habló,

No dan atención a las últimas profecías que dejó.


Por causa de la incredulidad, muchos van a perecer,

Ellos verán las señales y no podrán arrepentirse.

Toda la gente, el Señor amó y avisó,

Pero unos cuantos oyeron y obedecieron,

Y estos pocos, el Señor salvó.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen II.

miércoles, 9 de julio de 2025

Lo que Dios desea

El Señor desea sinceridad.

Él quiere que la gente hable la verdad.

Gente con la que Él pueda confiar.

Gente que no se va a quejar.


El Señor no se importa con su apariencia.

Dios desea un buen corazón.

No hay provecho estar siempre impecable,

Pero tratar a la gente de manera despreciable.


Él quiere que la gente practique el amor.

Que se unan a todos sin pudor.

Que grandes cosas puedan construir,

Y el mensaje de Jesús, puedan esparcir.


Dios quiere un adorador verdadero,

Que acepte ser una vasija para el alfarero.

Él quiere a alguien que esté dispuesto a cambiar,

Alguien en quien Él pueda trabajar.


Aquel que es trabajado por Dios, queda perfecto,

En su vida, la persona tiene un nuevo concepto.

Él empieza a ser un instrumento de Dios,

Cumpliendo la misión que el Señor le dio.


Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen II.

sábado, 5 de julio de 2025

Siga adelante

Delante de Dios, todo tiene un tiempo perfecto,

Para todo, Él sabe cuándo es el momento correcto.

Aun cuando algo no está claro para nuestra visión,

Dios está trabajando y dándonos su bendición.


Si confiamos en Dios, no hay razón para la desesperación,

Podemos ver el completo caos en nuestra situación,

Pero nuestra fe en Dios, eso no la perturbará,

Bajo el control del Señor, todo está.


Tal vez esa situación terrible tenga algo que enseñarnos,

Tal vez este sufrimiento ayudará a desarrollarnos.

Dios nunca permitiría nada que nos pudiera dañar,

Él permite que pase porque sabe que vamos a soportar.


Además de su confianza, Dios también danos fuerzas,

Él nos da los medios para vencer y protege nuestras vidas.

Dios está yendo delante de esta pelea para abrir el camino,

Él está preparando nuestra victoria y ella será increíble.


Veremos que valió la pena todo lo que vivimos,

El sentido de cada cosa vivida, aprendimos.

Todo lo que fue aprendido siempre nos ayudará,

Todo será útil cuando una nueva batalla llegar.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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miércoles, 2 de julio de 2025

No existe mañana

El mañana es un día que nunca existirá,

Porque cuando lo alcanzamos, hoy será.

Es una gran ilusión dejar algo para mañana,

No sabemos si despertaremos en la siguiente mañana.


Nuestra única certidumbre es lo que vivimos en este día,

Hoy es el único momento para arreglar nuestras vidas.

No viva pensando que nunca va a morir,

Piense que en este día eso puede ocurrir.


Y si pasa, ¿qué vendrá en seguida?

¿Adónde va tu espíritu después del fin de tu vida?

¿Está seguro de lo que espérate del otro lado?

¿Será algo bueno y glorioso? ¿O usted será condenado?


Quite hoy esta duda de tu corazón,

Dobla tus rodillas y levante tus manos.

Clame a Dios de todo tu corazón,

Ore al Señor y pide su perdón.


Dios es misericordioso y te va a escuchar,

El perdón de tus pecados, Él te concederá.

El Señor Dios te dará la salvación,

Dios lo librará de la duda y de la condenación.


Pare lo que está haciendo y ore al Señor,

Hoy puede ser el día en el que Dios te llamó.

Atienda la voz del Señor y haga su voluntad,

Dios desea cuidarte por toda la eternidad.


Este poema es parte del libro Palabras de fe.

Vea el libro:

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Presentación

Presentación

Dios bendiga a todos. He creado este blog con la intención de publicar mis poemas inspirados por Dios a través de su Espíritu Santo, que act...