Un día una persona encontró una imagen,
Y dijo que aquella figura tenía un mensaje.
Fue dicho que era un mensaje del Señor,
Y que todos debían adorar lo que ella encontró.
Así, muchos santos van siendo proclamados,
De todos los tipos, desde los simples hasta los adornados.
A todos ellos se les atribuye algún tipo de poder,
Dicen que aquellas imágenes algo pueden hacer.
Esa doctrina es apenas una forma de distracción,
Sacando a las personas de la verdadera adoración.
Llevándolas a hacer aquello que es condenado,
Haciendo lo que Dios definió como pecado.
Cuando alguien cuestiona tal tradición,
Las personas dicen que es parte de su religión,
Y que no hay ningún motivo para reprensión.
Ellas no saben que practican gran abominación.
Con ese pensamiento, muchos se están perdiendo,
La verdad dicha por Dios, no la están entendiendo.
¡Dios dijo que solamente Él es digno de adoración!
¡Solamente del Señor Dios debe ser el corazón!
Y aquel que haga cualquier cosa diferente de eso,
No tendrá parte en su reino con Jesucristo.
En lo profundo y terrible infierno será lanzado,
Donde pagará eternamente por sus pecados.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VII.
Vea el libro:

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