En la mayoría de las situaciones, somos excelentes en criticar,
Pronto que percibimos algo errado, tenemos que reclamar.
Apuntamos los fracasos ajenos con audacia y autoridad,
Actuamos como si fuéramos perfectos, dueños de la verdad.
Generalmente, ni intentamos entender el lado de quien erró,
Solo queremos criticarlo y demostrar el punto donde fracasó.
Aunque la persona ya haya hecho mil obras perfectas,
La única que damos la atención es aquella que fue mal hecha.
Somos tan arrogantes actuando con este tipo de pensamiento,
Pensamos ser perfectos, sin errores en ningún momento.
Pero si nos detenemos a pensar, veremos lo cuánto erramos,
Veremos que somos más imperfectos de lo que pensamos.
Somos imperfectos y sujetos a muchos tipos de equívocos,
En realidad, tal vez tengamos más errores que aciertos.
Y mismo con los errores, hay alguien importante que nos va a aceptar,
Es el Señor Dios, que independiente de todo, no nos va a rechazar.
Dios nos acepta porque perdona lo que hicimos de errado,
Él no lleva en cuenta lo que hicimos en nuestro pasado.
Y este amor perdonador, a otros, debemos siempre mostrar,
Pensando siempre en perdón y empatía, en vez de criticar.
Este poema es parte del libro La vida a través de las palabras.
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