Muchas veces queremos recibir solo los grandes milagros,
Deseamos cosas grandiosas que nos agradan de inmediato.
Quedamos ansiosos cuando no vemos algo grande acontecer,
Pensamos que la excelente bendición de Dios no vamos a tener.
En este momento, somos impacientes y a Dios, vamos a cuestionar,
Buscando explicaciones, acusándolo hasta de demorar.
Queremos que Él conteste prontamente nuestra petición,
De manera inmediata, queremos todo lo que desea el corazón.
Este tipo de pensamiento muestra una inmadurez de mentalidad,
Pensamos en lo que no tenemos, y olvidamos de la actual felicidad.
Olvidamos todo aquello que Dios ya hizo en nuestras vidas,
Olvidamos las pequeñas cosas que Él nos da todos los días.
Todos los días Dios regálanos con la oportunidad de vivir,
Él da una linda visión de un nuevo día que va a ocurrir.
Dios danos la oportunidad de toda belleza de su obra contemplar,
Él nos hace entender que todas las cosas están en su lugar.
En todo eso percibimos que Dios siempre actúa perfectamente,
Y vemos que no hay razón para estar ansiosos ni impacientes.
Primero debemos agradecer por todo que Dios ya nos da,
Y creer que, en el tiempo perfecto, nuestro gran milagro llegará.
Este poema es parte del libro La vida a través de las palabras.
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