Al despertar, tu presencia puedo sentir.
Abro mis ojos, respiro y levanto.
Hay un soplo de vida en mí.
Si estoy vivo, te agradezco solamente a Ti.
El Señor es mi amigo y protector,
Poniendo su escudo en mí,
Librándome de los males y del destructor.
Confío en tus caminos y estatutos,
Procuro seguir tu santa palabra,
Y aprender más acerca del Señor.
Desviándome de la maldad del mundo.
En este mundo terrible, solo el Señor puede ayudar.
Pues son tantas cosas contra mí,
Muchos males se quieren levantar,
Pero el Señor está conmigo para salvarme.
Y de todo lo que es malo, Él va a librarme.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen I.
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