Hay momentos en que todo va contra nosotros,
Nos sentimos desamparados, completamente solos.
Parece que nada sucede para ayudarnos,
Solo hay luchas y batallas para cansarnos.
Podemos intentar huir hacia muchos sitios,
Pero no avanzamos en ninguno de estos caminos.
El mundo parece estar cerrándose a nuestro alrededor,
Todas las cosas intentan lanzarnos al polvo.
Pero en medio de todo esto, existe un buen lugar,
Donde ninguno de los males nos puede atacar.
Es el Trono del Señor Dios, donde me voy a refugiar,
En su divina morada, nada me alcanzará.
El Señor Dios estará todos los días conmigo,
Protegiéndome y librándome de todos los enemigos.
Bajo sus manos poderosas, guardado estaré,
Protegido, calmado y tranquilo, siempre me quedaré.
Sé que Dios, conmigo siempre estará,
En todas las situaciones siempre me ayudará.
Estando con Dios, nada es preciso temer,
Sabiendo que todo lo necesario, Él va a hacer.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VI.
Vea el libro: