El Señor hace todo para ayudar a sus elegidos,
Allana sus caminos y les libra de peligros.
El Señor no permite que nada les pueda dañar,
Por más difícil que sea la lucha, el Señor los ayudará.
Desafortunadamente, el corazón del pueblo de Dios es obstinado,
Las personas son corruptibles e inclinadas al pecado.
Incluso viendo todas las maravillas hechas por el Señor,
Se desvían de la verdad y van a seguir al destructor.
En medio del pecado, el nombre del Señor es olvidado,
Se levanta una imagen y este es el dios que debe ser adorado.
Se inclinan a la estatua prestando adoración,
Todos practican el mal, haciendo una gran abominación.
El dios hecho por ellos no puede oír ni hablar,
Ninguna de las oraciones del pueblo, la estatua puede escuchar.
Su material puede ser de madera o algún metal,
No importa qué sea, su utilidad es para el mal.
Al ver estas cosas, Dios manda al profeta a alertar,
El siervo de Dios dice que todo el pueblo necesita cambiar.
A los caminos verdaderos todos tienen que retornar.
El Señor es misericordioso y sus pecados perdonará.
Si el pueblo se arrepiente de todo y a Dios regresar,
Con los brazos abiertos, el Señor los recibirá y acogerá.
De los pecados antiguos, Dios no más se acordará,
Un nuevo tiempo de amor en sus vidas se iniciará.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen VII.
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