El camino es arduo, y penosa la jornada,
No hay descanso, siempre hay nuevas batallas.
Algunas de ellas parecen interminables,
Algunas de ellas parecen invencibles.
Estoy luchando día tras día y nada cambia,
Siempre hago mi mejor esfuerzo y la lucha continúa.
Esa lucha desgástame y drena todas las fuerzas,
Ya no veo la luz, ya no veo cosas buenas.
Nuevas dificultades vienen y la lucha no tiene fin,
El desespero llega, no puedo continuar así.
Lloro, me desespero, clamo por ayuda,
Necesito a alguien para ayudarme en esa lucha.
Una pequeña luz al final de túnel es avistada,
Alguien me ayudará, la esperanza es renovada.
La persona se acerca y extiende su mano,
Las palabras dichas hablan directo a mi corazón.
El Señor llegó en mi lucha y me va a socorrer,
Él me da fuerza y me ayudará a vencer.
Dios me dijo que días malos siempre van a existir,
Él me consuela diciendo que siempre estará aquí.
Respiro aliviado, pues sé que no estoy solo,
En todas las batallas el Señor está conmigo.
Enfrentaré a todas las luchas con la cabeza en el alto,
La victoria está garantizada con el Señor a mi lado.
Este poema es parte del libro Palabras de fe.
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