Seguimos la vida llevando cargas pesadas,
Son muchos afanes, preocupaciones y medos.
Todo eso deja nuestra alma terriblemente agobiada.
Todos los días sentimos que empeora la situación,
Sentimos que la carga está quedando insoportable.
El corazón desfallece y viene la desesperación.
Ese peso gigantesco ofusca toda y cualquier felicidad,
La mente ya no cree que pasará algo bueno.
Ella habita en un profundo pozo, en la oscuridad.
Hay un punto donde es imposible seguir viviendo así,
Caímos al suelo y el llanto inunda nuestro ser.
Todo es tan terrible que incluso deseamos morir.
En las densas tinieblas, oímos alguien llamando,
Alguien está diciendo nuestro nombre.
Miramos alrededor para ver quién nos está hablando.
Nos llama Aquel que nos puede rescatar,
El maravilloso, el poderoso, el fiel, el gran maestro.
Jesucristo nos llama; del pozo, Él nos va a sacar.
El Señor Jesucristo alumbra y disipa todas tinieblas,
Él agarra nuestras manos y nos levanta.
Hacia un camino recto y lleno de luz, Él nos lleva.
Jesucristo quita la carga que nos estaba matando,
Él echa todo lo malo para muy lejos.
Y nos entrega su carga, que es algo muy liviano.
Además del alivio, Él siempre está al nuestro lado,
Él nunca dejará que sigamos sin ayuda.
Él nunca dejará que caigamos desanimados.
Todas las veces que la carga parecer pesada,
Jesús nos brindará con su infinita fuerza.
Y toda y cualquier circunstancia será superada.
Este poema es parte del libro Palabras de fe.
Vea el libro: