La tierra de Israel estaba en pecado,
A los ídolos, mucho era sacrificado.
Con el Señor, ellos no se importaban,
Solo ante las abominaciones se curvaban.
El rey Acab era el mayor pecador,
Él hacía al pueblo desviarse del Señor.
Su mujer, Jezabel, en nada ayudaba,
Más abominaciones, ella aumentaba.
El profeta Elías, el Señor levantó,
Para el rey Acab, él dio un aviso del Señor:
En esta tierra ninguna lluvia caerá,
Hasta yo nuevamente orden
Elías fue al arroyo para se esconder,
Su alimento, los cuervos, venían a traer.
Después de un tiempo toda el agua secó,
Cumpliendo las palabras que Dios habló.
Todo el pueblo de Israel pudo comprobar,
Elías dijo lo que el Señor le mandó hablar.
Eso ha sido una señal para el pueblo volver a creer,
Que solo el Señor Dios tiene poder.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.
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