Dios dijo que Elías debía partir,
Hacia otro lugar, él debía seguir,
Hacia donde una mujer lo iba a servir.
Él hizo según el Señor había dicho.
Cuando llegó a la tierra, una viuda, él encontró,
Un poco de agua él pidió y ella le entregó.
Elías entonces pidió alguna comida,
La mujer dijo que muy poco ella tenía,
Ella cocinaría para ella y su hijo y después morirían.
El profeta pidió a la viuda para le servir,
Diciendo que en todo Dios iba a suplir.
En las palabras del profeta, ella confió.
Y por mucho tiempo su comida duró.
Ha sido la demostración del sustento del Señor.
Con aquella mujer, el profeta quedó,
Y la vida de su hijo expiró.
Ella cuestionó al profeta Elías:
¿Usted vino a traer desgracia a mi vida?
¿Vino para quitarme lo que más me valía?
El profeta tomó el muchacho y oró:
Devuélvele la vida, ¡oh, Señor!
Aquel muchacho, el Señor resucitó.
La mujer vio que Elías era un enviado del Señor,
Y en nada más lo cuestionó.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.
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