Mucha gente solo piensa en exaltarse,
Por encima de todos, ellos quieren quedarse.
Son gente que vive para su propia exhibición,
Cosas mejores que todos, es su ambición.
Todo ese deseo no es para su vida mejorar,
La persona solo desea que ella se pueda mostrar,
Ella ve a alguien con algo y desea tener el mejor,
Ella ve a alguien superior y desea ser mayor.
En todo, la persona desea tener y ser más,
Solo la superioridad la satisface.
Ella está ciega en toda su presunción,
Un orgullo loco contaminó el corazón.
Ese orgullo maligno la hace todo desear,
Todo lo que ve, ella quiere conquistar.
Sobre su vida, muchos males, ese deseo traerá,
Pues a cualquier costa, ella se quiere elevar.
No importa si alguien se va a perjudicar.
De toda la humildad, la persona se olvidó,
Todo su corazón ya se ensoberbeció.
La superioridad maligna ya se engrandeció,
Hasta de Dios, la persona se olvidó.
Delante del Señor, ella no puede postrarse,
Pues está acostumbrada a elevarse.
Ella no más sabe lo que es la sumisión,
Acerca de la inferioridad, ella no tiene noción.
Esa persona necesita de gran liberación,
Quitando de su ser toda la presunción.
Aprendiendo que su orgullo exagerado debe parar,
Y delante del Señor, ella se debe humillar.
Comprendiendo que la vida no se resume a los éxitos,
Aprender que los humildes, por Dios, serán exaltados,
Y que los exaltados, por Él, serán humillados.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen V.
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