Naamán fue un hombre valioso,
Era respetado por todo el pueblo.
Él fue un héroe valiente en la guerra,
Para su rey, él conquistó muchas tierras.
Pero él tenía una gran aflicción,
Una enfermedad vista como maldición.
En su cuerpo él cargaba la lepra.
Una enfermedad terrible para la época.
Su sierva le dijo para ir hacia Eliseo,
Pues este era el profeta de Dios.
Para las tierras de Israel, él viajó.
El profeta Eliseo, Naamán, lo visitó.
Naamán no fue recibido como esperaba,
Por él, el profeta ni mismo salió de casa.
A través de su siervo, un mensaje ha sido dado,
Diciendo lo que Naamán haría para ser curado.
En el sucio río Jordán, siete veces, él bucearía,
Solo así su terrible lepra sanaría.
Él no quería aceptar la orden que el profeta dio,
Pero su siervo insistió y lo convenció.
En el río Jordán, Naamán se lavó,
De toda aquella lepra, él se purificó.
El poder de Dios, Naamã reconoció,
Y un regalo al profeta, él ofreció.
Todos los regalos, Eliseo recusó,
Eliseo tenía su placer en el Señor.
Naamán dijo estar convertido,
Y se arrepintió de todos sus malos caminos.
Él serviría solo al Dios Vivo.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.
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