Nuestra boca, necesitamos vigilar,
Pues la lengua nos puede matar.
Ella es un arma muy poderosa,
Después de algo decir,
La consecuencia puede ser desastrosa.
Con nuestra boca podemos bendecir,
O podemos maldecir.
Tenemos el poder de decidir.
Sabemos que después de hablar,
No hay como arrepentirse.
Todo lo que decimos producirá efecto,
Puede ser algo de mucho provecho,
O solo indicará un defecto.
No hay importancia acerca de lo que será,
En alguien, la palabra llegará.
Recuerde que toda habla tiene respuesta,
Todo lo que usted envía a alguien,
Retornará nuevamente para usted.
Es mejor pensar mucho antes de hablar,
Mucha gente, usted puede dañar.
Dios ya dijo cómo debemos hablar,
Que sea para los hermanos edificar.
Y en la fe se puedan fortificar.
¡Jamás debemos maldecir!
¡Jamás debemos hablar para herir!
Nuestra boca debe ser una bendición,
Y no una fuente de destrucción.
Está escrito en la palabra de Dios:
Lo que sale de la boca viene del corazón.
Y lleva a la gente a la destrucción.
Piense mucho antes de hablar,
Utilice su boca para a todos bendecir.
Así, el Señor se agradará de ti,
Y un buen testimonio, usted va a producir.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen II.
Vea el libro:
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