domingo, 11 de febrero de 2024

Recuerda tus mejores días

 

Todos tenemos días buenos y días malos. Momentos cuando todo corre perfectamente sin ningún problema, y momentos cuando todo está fuera de control, no tenemos paz, y nada funciona.

No sé por qué estos malos días son los únicos que recordamos a menudo. No es una broma; esto es real. Si comenzamos a compilar nuestros sucesos, recordaremos más de las situaciones desagradables que de las buenas. Nuestras mentes parecen tener un espacio especial para desgracias, errores, heridas, decepciones, infortunios, etc.

¿Cuáles son las consecuencias de almacenar estos recuerdos?

Nos acostumbramos a pensar y esperar lo peor de todo y todos; no conseguimos esperar nada bueno en nuestro destino. Siempre que estamos esperando una respuesta, estamos seguros de que será negativa. No podemos confiar en nadie porque suponemos que nos van a herir. Sentimos que somos incapaces, comunes, derrotados y abandonados.

Todas estas emociones negativas hacen nuestra vida agria y limitan nuestra visión. De hecho, no podemos hacer nada bueno porque decidimos que no merecemos y que aquello no pasará.

Es la hora de cambiar tu mente. Remplaza tus recuerdos tristes con recuerdos felices; al envés de recordar de lo que no lograste, recuerda todos los regalos que Dios ya te dio. No des espacio en tu corazón para aquellos que te han herido; remuévalos y remplázalos con aquellos que te aman y cuidan de ti. Olvida la tristeza de un fracaso en tu pasado y medita solo en las lecciones que has aprendido.

Con estas decisiones simples, puedes crecer y convertirse en todo lo que el Señor te ha creado para ser: bendecido, fuerte, increíble, un hijo victorioso del Dios Altísimo.

Salmo 77:11-12 (NVI)

Prefiero recordar las hazañas del Señor, traer a la memoria sus milagros de antaño. Meditaré en todas tus proezas; evocaré tus obras poderosas.


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