La vida moderna nos brinda muchos desafíos
diariamente; son muchas tareas, compromisos, notificaciones, llamadas,
mensajes, correos electrónicos, por fin, todo quiere nuestra atención todo el
tiempo. Y en medio de este caos, ¿dónde queda la palabra de Dios y sus
mandamientos?
No es raro dejar la lectura y la meditación para
después. Siempre decimos que estamos muy ocupados en aquel momento y no podemos
detenernos para la lectura bíblica y la oración. En parte, esto es verdad, hay
muchos momentos que nadie puede parar lo que está haciendo.
Sin embargo, no podemos dejar que el océano de
tareas nos ahogue y mate nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios.
Aunque haya mucho que hacer, tenemos que “reservar” un horario en nuestra
agenda para el Señor, un tiempo de paz y calma, donde estaremos a solas con
Dios.
Uno puede comenzar con un rato, tal vez diez o
quince minutos del día, en un sitio privado. Si es posible, con una canción
relajante para calmar la mente; busca un texto de aliento en Salmos o un
consejo en Proverbios. Reflexiona en el texto y habla con el Señor de todo el
corazón. No te preocupes con palabras bonitas ni con decir algo equivocado. Lo
más importante es abrir tu corazón delante de Dios.
Estoy seguro de que este momento transformará tu
día y tu vida. Habrás creado una conexión personal, directa y continua con
Dios. Haga tu mejor esfuerzo y ve la transformación.
Jeremías
29:12-13 (NVI)
Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a suplicarme, y yo los escucharé. Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón.
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