sábado, 16 de diciembre de 2023

Hijos

Un niño es llevado por sus padres a todos los sitios, pues él no sabe adónde ir. Además, el camino puede ser peligroso. Él puede seguir un camino equivocado, o alguna mala compañía se puede acercar.

Ellos garantizan su protección, lo guiando por la mano, indicando por dónde y cómo él debe seguir, alejando todo aquello que lo pueda dañar o herir. Los padres hacen su mejor esfuerzo para garantizar que el niño esté bien.

Y el niño, aunque no sepa para dónde va, confía en sus padres. Aunque no conozca todos los detalles de la jornada, él sabe que sus padres nunca lo llevarían a algo malo. Y aun cuando el niño piensa que ha sido llevado a un sitio desagradable, después se da cuenta de que todo tiene sentido, todo tuvo una buena razón.

Cuando somos niños tenemos más fe y confianza de que cuando nos convertimos en adultos. No creemos en el camino que Dios nos está llevando. Pensamos que Él no cuida de nosotros o que nos ha abandonado.

Pero la verdad es que como un Gran Padre Amoroso, el Señor ve todo el camino y el destino final. Él nos lleva por caminos que nos hará crecer, desarrollar, fortificar y convertirnos en todo lo que Él soñó.

Salmo 25:4-5

Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. Encamíname en tu verdad, ¡enséñame! Tú eres mi Dios y Salvador;

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