Las palabras de Dios, muchos van a escuchar,
Oyen el mensaje solamente para se alegrar,
Pero en sus vidas, nada va a cambiar.
Los estatutos de Dios, ellos no van a practicar.
Ellos se convierten los creyentes ateos,
Actúan como si no hubiera Dios.
Con sus labios siempre hablan del Señor,
Pero sus vidas muestran que ellos no tienen temor.
Ellos están haciendo todo para su propia satisfacción,
Quieren saciar los deseos de su corazón.
Las instrucciones venidas de Dios, ellos negarán,
Pues saben que sus obras no son una bendición.
Ellos aun usan audaces palabras:
Diciendo que nunca hicieron malas obras.
Contra ellos, esas palabras testificarán,
Sus obras malignas se manifestarán.
Delante del Señor, ellos sufrirán la acusación,
No habrá manera de librarse de la condenación.
En su vida, ellos se olvidaron del Señor,
Después de su muerte, perecerán en tormentos y dolor.
Este poema es parte del libro Poesía Cristiana volumen IV.
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