Fuente la imagen: Spoiled Milks
Has
leído correctamente, hubo un episodio en el que Jesús se puso nervioso, está
narrado en los cuatro Evangelios, pero en Juan hay un detalle extra en la
narración.
Cuando se aproximaba la Pascua de los judíos, subió
Jesús a Jerusalén. Y en el templo halló a los que vendían bueyes, ovejas y
palomas, e instalados en sus mesas a los que cambiaban dinero. Entonces, haciendo un látigo de cuerdas, echó a
todos del templo, juntamente con sus ovejas y sus bueyes; regó por el suelo las
monedas de los que cambiaban dinero y derribó sus mesas. A los que vendían las
palomas les dijo: —¡Saquen esto de aquí! ¿Cómo se atreven a convertir la casa
de mi Padre en un mercado? Sus discípulos se acordaron de que está escrito: «El
celo por tu casa me consumirá.»
(Juan 2:13-17. Biblia NVI.)
Entre
todos los relatos de la vida de Cristo en los Evangelios, este tiene una
particularidad. El texto no muestra el Jesús tranquilo y manso de otros textos.
Tampoco muestra Jesús solo hablando con autoridad contra los maestros de la
Ley. En esa ocasión, Jesús usó la fuerza física. El verso 15 dice que Jesús
hizo un látigo de cuerdas para expulsar a aquellos que estaban comercializando
mercancías en el Templo. Mateo y Marcos relatan que Jesús volcó las mesas y
sillas de aquellos que estaban vendiendo en el Templo.
Estas
acciones se salen de lo común de Jesús, imagino que aun los discípulos se
quedaron asombrados cuando vieron al Maestro siendo tan radical al punto de utilizar
un látigo. Pero todo lo que Jesús hizo tiene una razón.
Contexto histórico
Los
judíos iban al Templo a ofrecer sacrificios a Dios, y debido a la urbanización
de aquella sociedad, muchos no tenían rebaños, y necesitaban comprar los
animales para ofrecerlos a Dios. Hasta ahora bien. El problema comienza en el
momento que los sacerdotes permitieron la entrada de comerciantes en el Templo.
La Ley de Moisés es muy clara y taxativa al detallar los rituales de
purificación para entrar en la Tienda de reunión (futuro Templo), la persona
debería estar ritualmente pura y debería entrar solo con el sacrificio; aquel
era un Lugar Santo.
Sin
embargo, en la época de Jesús, el Templo estaba abierto incluso para los
comerciantes y ellos vendián y lucraban en la Casa de Dios. Otro punto
importante, según la Biblia de Estudios King James Actualizada (versión en
portugués), había un “esquema” entre comerciantes y sacerdotes. Los fieles
compraban el animal y lo entregaban al sacerdote para el sacrificio. Pero el
sacerdote no lo sacrificaba, él devolvía el animal al comerciante para venderlo
nuevamente. Y después ellos repartían las ganancias. Había un conjunto de
errores y pecados en el Templo. Mateo, Marcos y Lucas relatan las palabras de
Jesús:
«Escrito está —les dijo—: “Mi casa será llamada casa
de oración”; pero ustedes la están convirtiendo en “cueva de ladrones”.» (Mateo 21:13; Marcos 11:17; Lucas 19:46)
¿Qué nos enseñan estos hechos?
Este
texto me ha hecho reflexionar sobre el papel de la iglesia en la sociedad.
Piensa conmigo: Jesús vivió y murió bajo el dominio del Imperio Romano y los
Romanos son conocidos por sus diversas prácticas pecaminosas: violencia,
injusticia, promiscuidad, perversión, etc. Jesús no fue al palacio Romano a
condenar sus pecados, ni exigió que sus discípulos y seguidores lo hicieran.
Para el Señor, no era prioridad cambiar lo que pasaba en la sociedad civil
general (judíos y no-judíos). Jesús se enfureció y exigió cambios en Su Casa,
el Templo. El pecado estaba comenzando allí dentro, en el liderazgo. El Señor
quiso mostrar que la Casa de Dios debe ser el primer lugar en ser purificado
para que todos tendrán un lugar para la verdadera adoración y devoción a Dios.
Y
hoy, piensa en cómo los cristianos se comportan. Todos están más preocupados
con la sociedad civil que con las iglesias. Si surge un rumor de una ley contra
los principios cristianos, la gente se asusta, se enoja y hace su mejor
esfuerzo para combatirlo. Pero, ¿y cuándo una iglesia enseña doctrinas contra
la Biblia? ¿Y cuándo un pastor o líder acosa sexualmente a las mujeres de la
iglesia? ¿Y cuándo una iglesia utiliza el nombre de Dios como fuente de
ganancias? ¿Y cuándo una iglesia elude los impuestos? ¿Y cuándo una iglesia
está involucrada en actos ilícitos para obtener recursos financieros? ¿Y cuándo
la iglesia encubre violencia doméstica? ¿Y cuándo la iglesia encubre casos de
traición conyugal?
La
lista de errores y pecados es infinita, pero la iglesia está más preocupada con
lo que pasa fuera de ella. Jesús también habló de la hipocresía en el juicio:
»¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu
hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo? ¿Cómo
puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí
tienes una viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo,
y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. (Mateo 7:3-5; Lucas 6:41-42)
Y
el apóstol Pablo también habla de la importancia de juzgar los que están
dentro:
Por
carta ya les he dicho que no se relacionen con personas inmorales. Por
supuesto, no me refería a la gente inmoral de este mundo, ni a los avaros,
estafadores o idólatras. En tal caso, tendrían ustedes que salirse de este
mundo. Pero en esta carta quiero aclararles que no deben relacionarse con nadie
que, llamándose hermano, sea inmoral
o avaro, idólatra, calumniador, borracho o estafador. Con tal persona ni
siquiera deben juntarse para comer. ¿Acaso
me toca a mí juzgar a los de afuera? ¿No son ustedes los que deben juzgar a los
de adentro? (1 Corintios 5:9-12)
Conclusión
El
mensaje de Jesús es muy claro: purifiquen la iglesia de todo pecado. La iglesia
debe ser un refugio, una Casa de Oración para todos los pueblos.
Si la iglesia actúa como el mundo, ¿por cuál razón alguien va a buscar algo diferente allí?